Plata dulce y la fiebre del oro
Hace casi 12 años, en septiembre de 2008, Lehman Brothers se declaraba en quiebra, en lo que fue quizás el episodio más icónico de la crisis financiera internacional. Mientras los índices bursátiles del mundo se sumían en una marea roja, los bancos centrales de los países líderes planteaban la necesidad de una respuesta conjunta para poner fin a una crisis que amenazaba a todo el sistema.
Desde entonces, cantidades monstruosas de dinero han sido volcados al mercado en un intento por dar liquidez y evitar un colapso del sistema bancario. La FED por sí sola adquirió activos por 3.6 billones de dólares hasta principios de 2015, cuando comenzó a ensayar un proceso de “normalización” de su balance, reduciendo compras e impulsando una paulatina suba de la tasa de interés que fortaleció el dólar y condujo a una importante repatriación de capitales. Un proceso que de no nos fue ajeno a los argentinos, ya que allí ocurrió la primera corrida de magnitud contra el peso, al tiempo que el ex presidente Macri proclamaba la llegada de la tristemente célebre “tormenta financiera”.
Tal decisión devino en importantes rigideces entre el presidente Trump y el flamante titular de la FED, Jerome Powell. Trump creía que un endurecimiento de la política monetaria podría comprometer el crecimiento de la economía americana, e incluso que eso los pondría en desventaja en la guerra comercial con China. Las aseveraciones de Trump se apoyaban también en el hecho de que el resto de los bancos centrales del mundo habían tomado una postura más laxa que la de Powell, a quién, irónicamente, él había nominado tiempo antes para conducir la Reserva Federal.
Más allá de la disputa, que resultó inédita para los estándares de institucionalidad americanos, a partir de agosto de 2019 la FED detuvo la contracción de su balance, en lo que parecía una pausa políticamente forzada. Sin embargo, mientras se discutía cómo volver al sendero de normalización, apareció un nuevo elemento desestabilizador en escena: el Covid-19. Los índices se volvieron a derrumbar con una velocidad vertiginosa, en lo que fue la caída más violenta de la historia, incluso por encima de la crisis del ’29. En semejante escenario, los bancos centrales salieron nuevamente al rescate, y la magnitud de la intervención fue proporcional a la intensidad de crisis.
Luego de la aprobación del paquete de estímulo más importante de la historia, el balance de la FED creció casi en unos 3 billones de dólares adicionales hasta alcanzar un pico de 7.2 billones totales. Además, a diferencia de los estímulos anteriores, ahora el dinero no solo va a los bancos para garantizar la liquidez y solvencia del sistema, sino que se trata de una inyección directa a individuos y corporaciones a través del Tesoro. Ello significa un cambio en los alcances de la política monetaria, toda vez que pasada la crisis y recuperada la velocidad de circulación del dinero, hoy colapsada, podría despertar presiones inflacionarias considerables. Peor aún, la semana pasada, en el Simposio anual de Jackson Hole, Powell advirtió que cambiarían su enfoque de política monetaria a un inflation targeting más flexible, dónde la inflación de corto plazo podría ubicarse temporalmente por encima del actual objetivo del 2% anual.
Esto implica mayor probabilidad de tasas reales bajas por más tiempo, distorsionando severamente la relación riesgo-beneficio y generando incentivos negativos al sistema. Con tasas en cero cualquier activo que devengue un beneficio, por mínimo que sea, resultará atractivo, impulsando aún más las cotizaciones, a pesar de que ya haya indicios de sobrevaluación. La irresponsabilidad de las autoridades monetarias generará tarde o temprano un impacto en el mercado, sea por retracción en las cotizaciones, o por una más probable licuación inflacionaria.
Warren Buffett, conocido por sus aciertos financieros, siempre había rechazado al oro como instrumento de inversión, hasta este mes, cuando anunció una importante participación en la minera canadiense Barrick Gold, y ello a pesar de que el oro se encuentra en su máximo histórico con un 30% de suba este año. Es también famoso el fervor de Buffett por su país. “No apuestes contra América”, era el consejo que solía darle a los inversores, no obstante lo cual, recientemente hizo su desembarco más importante en Japón, al adquirir acciones de cinco compañías líderes del Nikkei. Indicadores de que Buffett presiente un dólar débil a nivel mundial.
En un contexto de tasas reales bajas, tolerancia al riesgo alta y monedas que ya no resguardan valor, gestionar eficientemente el patrimonio se vuelve una misión compleja, aunque la situación obliga a tomar cartas en el asunto. La diversificación de divisas, e incluso la incursión en activos alternativos como commodities o criptomonedas, y la inversión en valores sólidos surgen como opciones para construir una cartera todo terreno, capaz de hacer frente a tanta incertidumbre. No podemos saber cuándo ni cómo será la vuelta a la normalidad, pero sí podemos y debemos prepararnos. Alea iacta est.
Disclaimer legal: Tenga en cuenta que existen riesgos asociados con la inversión en valores, incluida la posible pérdida de capital, de conformidad con la Norma FINRA 2210 (d)(1)(A)
*Asesor Financiero de Bull Market Securities.