PARIDAD EN LA MACRO

Precios y salarios: ¿alcanza para cuidar en Argentina?

el incremento de la canasta de cuidados y cómo este impacto recae de forma desigual sobre los hogares a cargo de una sola mujer.

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En un contexto de desempleo creciente y una inflación que, aunque oficialmente en baja, convive con aumentos constantes en servicios esenciales, la vida cotidiana se torna cada vez más cuesta arriba para la mayoría de los argentinos. Pero, sin dudas, son los hogares monoparentales los que más sufren la presión de los gastos fijos. En nuestro país, de acuerdo con los datos de 2023, existen aproximadamente 1,6 millón de hogares monoparentales en los que habitan, en promedio, dos menores.

Además, solo el 20% de las madres percibe regularmente una cuota alimentaria, lo que agudiza aún más su situación de vulnerabilidad. Frente a este escenario, resulta imprescindible analizar con frecuencia el incremento de la canasta de cuidados y cómo este impacto recae de forma desigual sobre los hogares a cargo de una sola mujer.

Según la EPH, en Argentina hay 1,1 millón de personas desocupadas, lo que representa un 7,7 % de la población económicamente activa (PEA). El segmento más perjudicado es el de las mujeres de entre 30 y 64 años, que concentran el 25,4% de la desocupación.

Esta composición no es nueva, pero se vuelve cada vez más difícil revertir las desigualdades en un contexto donde la actual gestión niega la existencia de las brechas de género. Un ejemplo de este marco teórico se dio en el Foro de Davos, donde el presidente Javier Milei afirmó: "Enarbolan la bandera de la brecha salarial de género pero cuando uno mira los datos es evidente que no hay desigualdad para una misma tarea sino que la mayoría de los hombres tiende a profesiones mejores pagas que la mayoría de las mujeres".

Esta declaración desconoce el fenómeno denominado "paredes de cristal", que alude a las barreras invisibles que limitan el desarrollo profesional de las mujeres, aislandolas a sectores menos dinámicos, con menor jerarquía y peores remuneraciones.

En lo que respecta a la situación salarial, el último informe del INDEC reveló un aumento del 3,7% en el nivel general de salarios, aunque con una dinámica profundamente desigual entre sectores.

El mayor incremento se dio en el sector no registrado, con una suba del 32,6% entre enero y abril. Le siguieron el sector público, con un aumento del 11,4%, y el sector privado registrado, con una suba de apenas 9,6% durante el mismo período. Estos datos se contrastan con una inflación acumulada del 11,2% en los primeros cuatro meses del año y una variación interanual del 47,3%.

Si bien se podría considerar que la desaceleración inflacionaria en rubros como alimentos es un logro de la gestión Caputo, existen bienes y servicios esenciales (como prepagas, medicamentos y tarifas) cuyo aumento impacta fuertemente en el costo de vida, sin quedar plenamente reflejado en el IPC.

De hecho, el INDEC advertía en un documento de 2016: "Las variaciones en el costo de vida no derivan solo de variaciones en el nivel general de los precios sino también de los cambios en los hábitos de compra de los consumidores. Es por ello que el cálculo de índices basados en el costo de vida presenta enormes dificultades prácticas y son muy escasos los intentos por incorporarlo a las estadísticas oficiales". Esta advertencia cobra todavía más vigencia en un contexto de ajuste regresivo y modificaciones drásticas en los patrones de consumo de los hogares, en especial de aquellos que están a cargo de mujeres.

En lo que respecta a los costos de la crianza, el INDEC informó que el gasto promedio mensual para criar a un menor de hasta 12 años fue de $457.144 en junio de 2025. El segmento etario más costoso es el de 6 a 12 años, con un valor que asciende a $517.364 mensuales.

Este monto se descompone en $257.888 correspondientes a la canasta de bienes y servicios y $259.476 asociados a la canasta de cuidado, que contempla el valor del tiempo que una persona adulta dedica al cuidado infantil.

En términos de variación, la canasta de bienes registró un aumento interanual de 23,91%. Aunque esta cifra se encuentra por debajo del nivel general de inflación, su impacto es considerablemente mayor en los hogares que están a cargo de una mujer y que casi siempre deben afrontar estos costos con un solo ingreso. A esto se suma la doble jornada laboral que enfrentan estas madres: por un lado, el trabajo remunerado en el mercado; por otro, el trabajo no remunerado de cuidado dentro del hogar.

Como únicas jefas de familia disponen de menos tiempo para capacitarse o aspirar a ascensos; es decir, son víctimas del "piso pegajoso", un fenómeno que les impide avanzar pero que para el Presidente no existe.

Cuidar en Argentina tiene un costo elevado que, además, recae de forma desigual, con mayor peso en los hogares que están a cargo de mujeres. En un contexto de crisis de ingresos y ajuste fiscal, la ya persistente crisis del cuidado se profundiza y las mujeres pobres son las que cargan con sus consecuencias más crudas. Frente a este escenario, es urgente recuperar y fortalecer políticas públicas con perspectiva de género que reconozcan adecuadamente las tareas de cuidado. Porque en este sistema, aquellas que cuidan muchas veces no son cuidadas y esa desprotección, en tiempos de ajuste, se torna aún más violenta.

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