PANORAMA SEMANAL

Puentes energéticos, miedos compartidos y la híper más cantada

abercovich

La incertidumbre que generó el batacazo electoral de la ultraderecha en las PASO atraviesa al mundo de los negocios sin distinguir sectores. Los banqueros empezaron a calcular a qué ritmo podrían perder depósitos tras una eventual victoria en primera vuelta de Javier Milei, los industriales a adaptar sus planes productivos a la apertura importadora y al ajuste del consumo que impondría el shock inicial que propone y los medios de comunicación a replantearse su estructura para el caso de que no haya más publicidad oficial. El estado deliberativo se extiende a desarrolladores inmobiliarios, contratistas de obra pública y hasta emprendedores turísticos.

 

 

Los barones de la energía consiguieron montar para este martes una platea privilegiada. El Club del Petróleo recibirá, en un encuentro cerrado a la prensa, al propio Milei y al abogado y exfuncionario menemista Eduardo Rodríguez Chirillo, su principal asesor en la materia. La expectativa se hizo sentir durante toda la semana en la Expo Oil&Gas, en la Rural, donde los principales jugadores del negocio montaron fastuosos stands que daban cuenta del boom que atraviesa el sector pero donde llamativamente no se dejó ver ninguno de los candidatos con más chances.

"Acá podrían caminar tranquilos los tres, que todo el mundo les va a sonreír", dijo a BAE Negocios el miércoles por la tarde uno de los capitanes de esa industria. "Sería tonto romper algo que funciona ¿no?", agregó, no sin una mueca de duda en la pregunta. Unas horas antes, junto a la gigantesca pantalla curva del stand de Panamerican Energy (PAE) se habían dado cita los gobernadores electos de Chubut y Santa Cruz, Ignacio Torres y Claudio Vidal, y los jefes de los sindicatos mayoritarios de la actividad. No solo una demostración del poder político de los Bulgheroni en la Patagonia sino también de la paz social que supieron lubricar los dólares que empezó a generar Vaca Muerta y que siguen fluyendo al Golfo de San Jorge.

Quien se mantiene lejos de los flashes pero se aseguró doble chance de coronar el 22 de octubre es el exministro del Interior menemista José Luis Manzano. Su amistad con Sergio Massa, harto conocida, no necesita más pruebas que el tamaño de su sonrisa cuando lo acompañó en su asunción, un año atrás. Lo que pocos conocen es su estrecha y prolongada relación con Carlos Bastos, jefe de Rodríguez Chirillo durante las privatizaciones y ministro de Infraestructura durante los últimos meses de Fernando De la Rúa, cuando Domingo Cavallo pidió que lo designaran al frente de esa cartera.

Bastos vio despegar a De la Rúa en helicóptero siendo todavía ministro. Rodríguez Chirillo se había ido a vivir a México unas semanas antes. Después de haber compartido faena en las privatizaciones de SEGBA y Gas del Estado y de haber asesorado a algunas de las concesionarias de otros servicios privatizados por entonces, sus senderos se bifurcaron: Rodríguez Chirillo terminó viviendo en España y Bastos siguió junto a Manzano. Durante los últimos años ocupó una silla como director "independiente" en Metrogas por recomendación de Integra, el holding del mendocino. Este año ambos volvieron a trabajar codo a codo, con jerarquías invertidas y a las órdenes de Milei.

Son nexos que todo empresario quisiera tener con el favorito de unas elecciones presidenciales tan próximas. Vínculos de los que incluso algunos se jactan, aunque ninguno con desembozo del zar aeroportuario Eduardo Eurnekian, quien contra el consejo de sus asesores se llevó a almorzar al minarquista la semana previa a las PASO a la exclusiva parrilla Don Julio, a pocas cuadras de la oficina donde lo empleó como calculista financiero durante más de una década. De milagro no trascendieron fotos de ese día, porque el candidato posó para cuanta selfie le pidieron y hasta les firmó servilletas de tela a un par de mozos.

Avalanchas

Ricardo López Murphy, otro protagonista -aunque fugaz- de aquel 2001, les confesó días atrás a una quincena de ejecutivos con quienes compartió un almuerzo que Patricia Bullrich quedó "nocaut" después del 13 de agosto. "Más allá de que le ganó a Horacio, nunca pensó que sacaríamos tan pocos votos como fuerza", se sinceró. El intento de ayudarla a remontar vuelo de la mano de Carlos Melconian empezó a mostrar sus límites apenas una semana después de puesto en marcha, por los celos internos que despertó el racinguista y por cómo terminó por desdibujarse la propia candidata, a quien Máximo Kirchner se refirió con sorna como "la candidata a ministra de Seguridad de Melconian".

Lo que empiezan a preguntarse los empresarios preocupados por el reseteo total que propone Milei y su orfandad de cuadros técnicos para llevarlo adelante es si alguno de los otros dos candidatos tiene chances reales de imponérsele. Una encuesta que circuló esta semana entre diplomáticos extranjeros, adjudicada oficiosamente a la consultora brasileña Atlas Intel, vaticina un 38% de adhesiones para el anarcocapitalista, un 32% para Massa y un 22% para Bullrich. Un resultado que augura una segunda vuelta el 19 de noviembre. Igual, obviamente, nadie es infalible: Atlas Intel fue la que más cerca estuvo en las PASO de 2019 pero no vio venir la avalancha mileista del mes pasado.

Massa se siente a sus anchas confrontando con Milei, al punto que cedió a su pedido de postergar el debate parlamentario del Presupuesto y simplemente copió y pegó las metas comprometidas ante el Fondo Monetario en un proyecto llamado a convertirse pronto en letra mojada. El Fondo lo sabe y tampoco pataleó demasiado, aunque sí transmitió su malestar por el costo fiscal de las medidas compensatorias de la devaluación que anunció el ministro candidato. Será un problema si hay ballotage, porque la próxima revisión es justo en noviembre, pero en Economía esperan llegar vivos a ese momento para encararlo recién entonces.

Esas medidas, por otra parte, se imponían para evitar un descalabro electoral y un vacío de poder durante la transición. La inflación del 12,4% de agosto, récord desde 1991, no llegaba a ser compensada en el salario privado promedio por el bono de $60.000 en dos cuotas que anunció Massa. Lo calculó el Centro de Investigación y Formación (CIFRA) de la CTA de Hugo Yasky, que estimó que esa suma representa un 10% de recomposición. Hizo falta la exención de IVA para estirarla al 16% en ese salario promedio. Para los sueldos del 25% que menos gana, la recomposición más que duplica el impacto de la devaluación exigida por el FMI.

Peor están quienes cobran un Salario Social Complementario, como mostró el Observatorio de Derecho Social de la CTA Autónoma. Como el salario mínimo no se actualizó tras el salto del dólar, los $56.250 que percibieron el mes pasado les alcanzaron para apenas 65 kilos de pan, 33 kilos de carne picada o 104 de papas. En diciembre último, el mismo beneficio compraba 72 kilos, 44 kilos y 146 kilos respectivamente.

 

Tic-tac expropiador

Con la política atravesada por lo judicial como nunca, no solo acá sino en países que precedieron a la Argentina en el espasmo ultraderechista como Brasil y Estados Unidos, algunos sienten que tienen mucho más en juego que el rumbo de la economía. Es el caso de Mauricio Macri, que sabe de la llegada de Massa a los tribunales de Comodoro Py y siente tan amenazada su libertad ambulatoria como Cristina Kirchner si se impone Bullrich. "Reflotan la causa Correo y le caen a él antes de Navidad", advirtió uno de sus incondicionales en otro cenáculo empresarial.

No es algo que desvele al establishment, que le soltó la mano a Macri hace tiempo y que mayoritariamente duda ante Milei pero se manifiesta harto de la grieta. Por eso entre ellos hay muchos que votarán a Massa con la expectativa de que esos mismos vínculos tribunalicios sean el aliciente para que no haya "doble comando" con Cristina y la vice se aboque de una vez por todas al abuelazgo. Ahí sobresalen los supermercadistas, con Alfredo Coto a la cabeza, aunque Federico Braun le haya hecho algunos guiños al libertariano. También los hoteleros, que esta semana se reunieron con secretarios de Turismo provinciales y lloraron por anticipado la posibilidad de que se desmantele la articulación público-privada del negocio.

"¿De verdad va a devaluar otro 100% de golpe? ¿De verdad va a dolarizar sin dólares a $700 por dólar? ¿A quién le convienen una híper y la hecatombe que vendría después? ¿No sería una expropiación descomunal, justamente de quien dice defender la propiedad privada a ultranza?", se preguntó anoche una alta fuente del Banco Central ante la consulta de este diario sobre los planes de contingencia para una eventual transición turbulenta en lo monetario y cambiario. La respuesta no la tiene nadie. O sí: está en las urnas.

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