Espejo burlón del lujo extremo: apenas un interesado por un inodoro de oro
El inodoro de oro macizo creado por Maurizio Cattelan se vendió por USD 12,1 millones en Sotheby’s, tras recibir una única oferta y sin generar la puja que la casa esperaba
En la antesala del remate que coronó al Klimt récord, Sotheby’s abrió un capítulo inesperado: la subasta de “America”, el inodoro de oro macizo creado por Maurizio Cattelan. En el centro de la sala, la pieza exhibida durante semanas había acumulado miradas por igual entre curiosos y coleccionistas. Pesa 101 kilos, está hecho íntegramente en oro de 18 quilates y funciona como un inodoro real, aunque la casa de remates prohibió su uso.
Cattelan, conocido por el gesto absurdo de pegar una banana a la pared y venderla por millones, concibió “America” en 2016 como un comentario feroz sobre la desigualdad extrema. Su frase quedó pegada a la obra: “Sea un almuerzo de USD 200 o un pancho de USD 2, el resultado es el mismo”. Sotheby’s acompañó esa lectura y definió la pieza como “un comentario incisivo sobre la colisión entre la producción artística y el valor de mercancía”.
En el mercado, la vara se midió de manera literal: la subasta arrancó en torno al valor del oro que lo compone, unos USD 10 millones. Y una sola oferta —la única de la noche— alcanzó para adjudicarlo por USD 12,1 millones con comisiones.
Dos versiones, un robo y un misterioCattelan produjo solo dos inodoros de oro. El primero se instaló en un baño del Guggenheim de Nueva York, donde el museo llegó a ofrecerlo como préstamo al presidente Donald Trump cuando pidió un Van Gogh. En 2019, mientras se exhibía en el palacio de Blenheim, la pieza fue robada en una acción quirúrgica que terminó con dos condenados, pero sin rastro del botín. Investigadores creen que pudo haber sido desmontado y fundido.
La segunda versión —la que ahora salió al mercado— perteneció a un coleccionista que prefirió mantenerse en reserva. Esa obra viajó entre museos, fue exhibida en Nueva York antes del remate y terminó convertida en una especie de espejo burlón del lujo extremo.
Un objeto incómodo y valiosoEl tramo final del remate dejó una escena peculiar: mientras el retrato de Elisabeth Lederer se convertía en un fenómeno multimillonario, la pieza de Cattelan confirmó su propio magnetismo. No hubo pelea de ofertas, pero sí un resultado que subrayó su condición de objeto único, entre lo performático y lo material.