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Buscando y buscando, apareció una extraordinaria plataforma de cine argentino al que se puede acceder gratuitamente y que incluye una gran cantidad de largometrajes -la mayoría de las últimas dos décadas, bien recientes- del cine nacional. Tienen la característica de haber girado por el circuito de festivales y, la mayoría, haber obtenido premios. Por norma, la calidad técnica y narrativa es más que notable. Imposible (perdón) poner todos los títulos, pero destaquemos algunos.

Por ejemplo, un ensayo a lo Eric Rohmer en un hotel entre una chica y un muchacho llamado El pasante, de Clara Picasso, que brilló en Bafici. O la opera prima de Laura Citarella (notable autora de La mujer de los perros), Ostende. O una histórica para el Nuevo Cine Argentino, Modelo 73, de Rodrigo Mocoso, retrato de una adolescencia y su final. O incluso una comedia totalmente a contramano de lo que suele ser nuestro cine, El descanso, del trío Rosell-Tambornino-Moreno, que los va a dejar pensando en que la sátira puede ser nuestra. También hay que ver dos rarezas animadas codirigidas por el rosarino (y referente absoluto en la Argentina) Pablo Rodríguez Jáuregui, las dos partes de Cabeza de Ratón, sátira además del cartoon tradicional.

O pueden ver algunas rarezas más que centenarias como El último malón, historia épica rodada en 1916 y luego restaurada por el Malba. También tienen una gran cantidad de documentales que valen absolutamente la pena, y una amplísima selección de cortos de lo mejor (el corto, amigos, no es el paso previo al largo sino un arte en sí mismo y aquí se nota con total claridad). Pueden encontrar comedias, dramas, películas de época, rarezas varias. Si quieren saber qué mostramos al mundo, es una buena ocasión. Y se la pasa bien.

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Uno de los éxitos del circuito de teatro estatal en estos años fue la puesta de Alfredo Arias de Happyland, la obra que retrata desde el absurdo la biografía de Isabel Perón. On line, mientras esperamos que vuelvan las funciones presenciales (realmente extraordinarias), pueden disfrutarse varios momentos clave de la obra, canciones y otras cosas, que permiten acercarse a uno de los fenómenos teatrales de estos tiempos. Además, Happyland se vuelve cada día más imprescindible.

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Busque esa lista de reproducción en YouTube, que incluye más de 400 clips con las canciones más icónicas de la década que definió al pop (bueno, esto lo dice el autor de la columna y se hace cargo). Lo más interesante no es que escuchemos temas que conocemos todos, sino otra cosa: de la mayoría, muchas veces, no conocíamos el clip. Así eran las cosas cuando MTV era una realidad lejana y estábamos atados a un par de latas de programas de TV de aire. No solo sirve para moverse en la silla (o parados) sino para entender cambios estéticos totales en aquellos años, cambios que incluso hoy tienen su peso. Y es todo muy divertido, dicho sea de paso.