Los libros que el Pentágono no quiere en sus bibliotecas: raza, género y memoria

La Academia Naval de EEUU retiró 381 títulos por orden del gobierno de Donald Trump. La Marina utilizó un rastreo por palabras clave. Una histórica librería es bastión de resistencia

BAE Negocios

La retirada de 381 libros de la biblioteca de la Academia Naval de Estados Unidos provocó una ola de indignación en Annapolis, ciudad que alberga la histórica institución desde 1845. La medida respondió a una directiva de la administración Trump que puso fin a los programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés), y alcanzó textos centrados en temas de raza, género y derechos civiles.

Entre los títulos excluidos figuran Sé por qué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou, y Caballo, de la escritora Geraldine Brooks, ganadora del Premio Pulitzer. También fueron eliminadas obras de análisis feminista sobre la memoria del Holocausto y textos de no ficción como Así que quieres hablar de raza, de Ijeoma Oluo.

Prohibir libros, retirarlos de la biblioteca, es una completa contradicción con todo lo que representa la Academia Naval”, declaró William Marks, ex vocero de la institución y comandante retirado en una nota de The Wall Street Journal. Egresado en 1996, Marks impulsó una colecta que ya reunió cerca de 67.000 dólares para distribuir gratuitamente los libros vetados entre los cadetes interesados.

El proceso comenzó semanas atrás cuando un rastreo por palabras clave detectó aproximadamente 900 títulos en la biblioteca Nimitz, que alberga más de medio millón de ejemplares. La Marina no reveló los términos utilizados ni los criterios empleados para reducir la lista final. La purga se concretó entre el 31 de marzo y el 1 de abril. A pesar de las remociones, libros como Mi Lucha, de Adolf Hitler, y La curva de la campana: Inteligencia y estructura de clases en la vida estadounidense, conocido por sostener tesis controvertidas sobre diferencias de coeficiente intelectual entre razas, siguen disponibles en el catálogo.

La reacción en Annapolis no tardó en llegar. En una ciudad estrechamente ligada a la Academia, donde generaciones pasaron por sus aulas, comerciantes y vecinos comenzaron a organizarse bajo el lema “No renuncies al libro”, una reformulación del histórico grito de batalla naval “No renuncies al barco”. La frase ya aparece en calcomanías y pronto estará impresa en remeras.

La librería local Old Fox Books & Coffeehouse expuso unos 30 de los libros eliminados y colabora con la iniciativa de Marks. Su dueña, Jinny Amundson, prepara actividades en torno a los textos excluidos durante las celebraciones por la graduación, que culminarán el 23 de mayo con un discurso del vicepresidente JD Vance. “Vamos a estar en contra de cualquier forma de censura de libros”, sostuvo Amundson, cuya familia tiene fuertes vínculos con la academia. “Los libros son nuestra pasión, nuestra vida”.

El periodista Scott Calvert recoge en su nota del WSJ las diferentes opiniones de viejos egresados:

La decisión de la Marina también tuvo respaldo. Kirk Hansen, de 77 años, egresado de la Academia y residente en Florida, opinó que muchos de los libros eliminados “no apoyan” la misión de formar a los cadetes “moral, mental y físicamente”. Afirmó además que se opone a lo que denominó una “ideología divisiva”.

En contraste, David Driftmier, ex oficial naval y votante republicano, defendió el valor de Así que quieres hablar de raza, que leyó tras el asesinato de George Floyd para comprender mejor las experiencias de sus amigos afroamericanos. “¿Estuve de acuerdo con todo lo que dice? No”, señaló. “Pero fue increíblemente esclarecedor”.

Aunque algunos textos retirados no parecían pertinentes a la instrucción militar, como observó Carl Larkin, un vecino de 85 años, las críticas apuntaron a un exceso en el recorte. La polémica trascendió las diferencias partidarias. “Leí Miedo y asco en Las Vegas. ¿Eso significa que ando tomando ácido?”, ironizó Bob Mann, un banquero republicano de 66 años. “Los libros solo deberían eliminarse si incitan a la violencia”, agregó.

Mientras tanto, el sitio web dontgiveupthebook.com quedó en manos de la librería Old Fox para visibilizar los títulos vetados. En el corazón de Annapolis, la resistencia toma forma entre estanterías, remeras y lecturas públicas.

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