La campaña agrícola 2024/25 trajo buenas noticias para el campo argentino en términos de superficie sembrada: se implantaron 18,4 millones de hectáreas de soja, lo que representa un incremento del 6,4% frente al ciclo anterior y un 10% más que el promedio de las últimas cinco campañas, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA).

Sin embargo, este avance en la producción se da en un contexto internacional  en el cual la harina de soja, el principal producto de exportación del país, que enfrenta precios en los niveles más bajos en más de 15 años.

De acuerdo con un informe reciente de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), hacia fines de junio el valor FOB de exportación de la harina de soja cayó a US$ 281 por tonelada, presionado por una sobreoferta mundial.

 

Según la agencia Noticias Argentinas, la caída de precios está vinculada al crecimiento de la demanda de biocombustibles, que impulsó el consumo de aceites vegetales, especialmente aceite de soja. Este producto experimentó una suba de más del 30% en lo que va del año, lo que llevó a un mayor procesamiento de la oleaginosa.

Ese aumento en la molienda, sin embargo, generó una sobreoferta de harina, cuyo consumo no crece al mismo ritmo. Esto provocó una fuerte presión bajista en los precios, tanto en Estados Unidos como en el comercio internacional.

 

Impacto en la exportación argentina

En 2025, se espera que las exportaciones de harina de soja alcancen los USD 9.044 millones, un valor superior al del año pasado, pero aún por debajo de los picos históricos. Este producto representó el 13,4% del total exportado por Argentina, mientras que el complejo sojero en su conjunto explicó el 27,6% de las ventas externas.

Si bien el volumen exportado sigue siendo relevante, el escenario de precios deprimidos obliga al sector a redoblar estrategias comerciales y apostar a la diferenciación y agregado de valor.