Por qué no se puede eliminar Ingresos Brutos, después de 30 años de intentos
Ingresos Brutos es uno de los impuestos más cuestionados por los tributaristas por sus efectos distorsivos. Representa la principal fuente de ingresos de todas las provincias
En medio de las tensiones entre la Nación y las provincias, la política impositiva se presenta como un motivo de reclamos recíprocos durante los últimos meses y, dentro de ellos, un pedido del Gobierno empezó a tomar relieve.
Ese reclamo es la eliminación o, por lo menos, la rebaja de sus alícuotas del impuesto sobre los Ingresos Brutos. Se trata de un blanco habitual de la crítica de economistas, tributaristas y empresarios por considerarlo “distorsivo”, por una serie de efectos que impactan de manera negativa en los precios de bienes y servicios.
El reclamo de Luis Caputo
Fue el ministro de Economía, Luis Caputo, quien planteó esta semana el problema en una publicación en redes sociales. Allí, calificó a Ingresos Brutos como “el peor impuesto que una economía puede tener”.
Algunos gobernadores recogieron el guante y expresaron su coincidencia con el jefe del Palacio de Hacienda y se comprometieron a reducir la alícuota del impuesto en algunas de las actividades, como fueron los casos de Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut).
Estimados, en caso que no haya quedado claro, este gobierno vino a bajar impuestos. Solo que, producto del desastre heredado y nuestro pésimo historial crediticio, solo podemos hacerlo si tenemos superávit fiscal. Costó mucho evitar una hiperinflación y lograr lo que hemos…
— totocaputo (@LuisCaputoAR) January 21, 2025Más de tres décadas de intentos
No se trata del primer reclamo de un gobierno nacional ni tampoco, por parte de los gobernadores, de acceder a una disminución de la carga impositiva, en una historia que se remonta a los primeros intentos por llevar a cabo la tarea a mediados de 1993.
Por entonces, se selló el compromiso de una gradual baja del gravamen, a través de la firma de la segunda edición del Pacto Fiscal. Un compromiso retomado en el Consenso Fiscal de 2017. Sin embargo, Ingresos Brutos no solo no fue eliminado sino que, por el contrario, sus periódicas subas son motivos de reclamos de la mayoría de las cámaras empresarias, como la expresada recientemente por las que integran el G-6.
Por qué no se puede eliminar
¿Cuál es la razón que obstruye todos los intentos por ponerle fin al “más bruto de los impuestos”, tal como lo calificó hace más de tres décadas el ex presidente de la Unión Industrial Argentina, Israel Mahler?
Si la necesidad tiene cara de hereje, en el caso de los recursos provinciales Ingresos Brutos tiene asegurada su permanencia por muchos años, a juzgar por su participación en el total de la recaudación impositiva: sin excepción, es el impuesto número uno en cada uno de los 24 distritos.
Un relevamiento realizado por la consultora Politikon Chaco lo deja en evidencia, ya que en 2024 el impuesto a los Ingresos Brutos representó el 80,8% de la recaudación impositiva total en el consolidado provincial.
El detalle por provincia
Aun en la provincia en la que Ingresos Brutos tiene la menor incidencia, no deja de ser el de mayor proporción en el total de la recaudación propia, con el 50,9% de los ingresos impositivos de Tierra del Fuego.
En el otro extremo, el impuesto representa el 94,3% en Misiones y el listado sigue en orden decreciente con Salta (91,5%), Neuquén (90,3%), Catamarca (90,9%), Santa Cruz (89,9%), Formosa (87,7%), Chubut (85%), Santa Fe (84,7%), CABA (83,8%), Jujuy (82,8%), La Pampa (82,5%), Tucumán (82,4%), La Rioja (82,3%), San Luis (81,5%), Corrientes (81,3%) y Río Negro (81,1%).
Por debajo del promedio se ubicaron Mendoza (80,3%), Buenos Aires (76,6%), Córdoba (75,7%), Entre Ríos (75,4%), San Juan (74,4%) y Chaco (71,6%), en tanto no se cuenta con información oficial de Santiago del Estero.
Los porcentajes señalados dejan en evidencia la dificultad a la que se enfrentan las administraciones provinciales para reducir el impuesto, aun en el caso de los gobernadores que están de acuerdo con la caracterización planteada por Caputo.
Casi medio siglo de historia
El impuesto a los Ingresos Brutos se estableció en 1977, en tiempos en los que la dictadura militar de entonces no dejaba lugar a reclamos de autonomía provincial, en el marco de un rediseño de la estructura impositiva argentina que ya había comenzado en el orden nacional con la creación del IVA en 1975.
Pero desde el inicio, los dos impuestos presentaron una diferencia: los dos se aplican en toda la cadena de producción y comercialización, pero a diferencia del IVA, en Ingresos Brutos lo cobrado en una etapa no se puede deducir de la siguiente, lo que genera un “efecto cascada” que es el eje de los cuestionamientos.
Los problemas no terminan ahí, ya que al tratarse de un impuesto provincial, cada jurisdicción aplica alícuotas distintas, sobre hechos imponibles diferentes y también con distintos regímenes de percepción y devolución.
Como esas variantes se van modificando año tras año, muchas empresas advirtieron que es necesaria la contratación de una amplia dotación de contadores y especialistas en derecho tributario, a fin de no incurrir en incumplimientos, lo que a su vez repercute en los costos y, en definitiva, los precios de sus productos.