Una decisión política tomada previamente es clave para moderar el impacto del coronavirus sobre la economía: el cepo cambiario. Junto con el congelamiento de la energía eléctrica, ambas medidas explicaron la nueva desaceleración a 1,1% de la inflación mayorista durante febrero, es decir la que pagan las empresas por sus insumos productivos. La dinámica afloja las presiones inflacionarias en el corto plazo ya que, por ser la parte de los costos del cálculo de los márgenes empresariales, modera la necesidad de remarcar, en un contexto recesivo.

Según destacan los analistas, el escenario económico que se viene tiene potencial estanflacionario. A la descontada caída en la actividad productiva, se le sumará una leve aceleración de precios. Lo que ocurra en el segundo semestre, cuando se descongelen los precios, todavía resulta un incógnita. Desde las consultoras Elypsis y Ecolatina destacan que marzo presentará algunas presiones alcistas por el deslizamiento que se prevé en el precio del dólar y por la estacionalidad de un inicio de clases que se pospuso recién a mediados de mes. En ese contexto, la calma en los costos de las empresas, durante febrero, son una buena noticia.

Desde la consultora ACM, afirmaron: "Según el Indec, la inflación mayorista registró una suba del 1,1% respecto del mes de enero. Este crecimiento fue mayor en los bienes nacionales, que variaron 1,2%, mientras que los importados presentaron una evolución del 0,7%, por la relativa tranquilidad del tipo de cambio oficial, aunque presentó una mínima aceleración con respecto al mes pasado. Por otro lado, Energía Eléctrica presentó una muy baja variación de 0,4%, en consonancia con el congelamiento de tarifas anunciado. En febrero la inflación mayorista se ubicó por debajo de la inflación minorista, lo que reduce las presiones inflacionarias en el corto plazo".

La baja del precio del petróleo aportó lo suyo.