El ancla fiscal sigue firme, pero no intacta
Hubo superávit, aunque se redujo mucho. El 2025 será desafiante por la indexación de las jubilaciones, por ser año electoral y por el ajuste previo. Para el Gobierno es clave sostenerlo para moderar el consumo y la demanda de divisas, en pleno escenario de atraso cambiario
El ancla fiscal siguió firme durante febrero, aunque no intacta: fue de $310.726 millones, lo que implicó una caída real del 44,9% respecto al del mismo mes del año pasado y así logró acumular en el primer bimestre del 2025, por cierto el período estacionalmente más amigable en materia del gasto, un colchón equivalente al 0,1% del PBI. La suba de casi el 20% real en el gasto público explicó ese deterioro y se dio en parte por la indexación de las jubilaciones, aunque también por el extremadamente bajo nivel de ejecución de algunas partidas el año pasado. Todo ello implica que el 2025 presentará desafíos para sostener este ancla fundamental para el plan económico.
La Secretaría de Hacienda publicó el resultado fiscal de febrero, otro resultado positivo en este asunto fundamental para el Gobierno. Que el fisco mantenga el superávit en sus cuentas es clave para no haya un excedente de pesos tal que dispare el consumo e impulse a las importaciones, en un marco de atraso cambiario para el cual está complicado conseguir los dólares necesarios. Lo explicó PxQ en un informe reciente: “Desde el punto de vista económico, el deterioro de la posición externa del BCRA, que se explica por contar con menos reservas, se compensa de alguna manera por el menor nivel de consumo del sector privado generado por el ajuste fiscal”. El costo es la sostenida baja del consumo masivo, que en febrero cayó 10,2% interanual, según Scentia.
Desde el Grupo SBS destacaron, en esa misma línea, que el superávit será clave para sostener la estabilidad: “La estabilidad macro de mediano y largo plazo depende en última instancia de un orden fiscal sólido y perdurable que aleje totalmente los fantasmas de la dominancia fiscal y el financiamiento monetario del déficit. Este orden cobra más relevancia en un contexto en que, hoy, el ancla más fuerte en materia de desinflación es el TCR, que lleva ya varios meses de apreciación”.
Aunque remarcaron que, de cara a lo que resta del año, habiendo pasado el primer bimestre, que es el más amigable desde lo estacional, será desafiante para el Gobierno sostener buenos números, más allá de que se descuenta que tiene la voluntad para aplicar la motosierra en donde haga falta. Por el lado de los ingresos, la salida del impuesto PAIS es el principal, junto con la baja de retenciones (ayuda la vuelta de Ganancias).
Por el lado del gasto, el Grupo SBS detalló: “En 2024, la obra pública y las transferencias a provincias fueron de las partidas más afectadas, por lo que en 2025 habría menos espacio para recortes en esos Gastos (de hecho, suben en el 1° bimestre 2025 vs 2024, como ya destacamos). Seguimos viendo espacio para reducciones del gasto en subsidios económicos (energía y transporte) y en salarios. Creemos que estas dos partidas serán clave hacia adelante (junto a jubilaciones), en materia de reformas estructurales, pero dado que se trata de un año electoral, vemos desafiante una profundización de los recortes en estas”.
En febrero, los ingresos crecieron un 5,3% real, mientras que los gastos primarios dieron un salto del 19,1% real. Ahí fueron claves las jubilaciones, que treparon un 50,4% real, de la mano de la indexación impulsada por el Gobierno actual, uno de los grandes desafíos hacia adelante. Mismo sentido para la AUH, que creció un 57,9% real. Además, hubo saltos extraordinarios en los envíos a las provincias, no porque las cantidades transferidas hayan sido mayores a lo normal, sino porque en 2024 habían sido virtualmente nulas: las destinadas a obra pública crecieron un 185,6% real, mientras que las corrientes subieron un 339,7% real. Los subsidios al transporte subieron un 28,1%, pero los energéticos cayeron un 65,5% real. Los salarios públicos cayeron un 7,1% real.