Las reservas se dispararon pero la cuenta corriente lleva 4 meses en rojo

El BCRA ganó poder de fuego y sus arcas volvieron a niveles de septiembre. Pero las importaciones de energía se dispararon en febrero y el turismo creció por octavo mes consecutivo. Con todo, los dólares generados por el lado de las exportaciones volvieron a no alcanzar para cubrir los que salieron por el lado de las importaciones, los servicios y los pagos de intereses, es decir la cuenta corriente, para la que se debe alcanzar un superávit de 0,5% del PBI en 2022

mcortiz

El desembolso del FMI fue un espaldarazo para las reservas del BCRA, que crecieron 17% y volvieron a niveles de septiembre. La autoridad monetaria terminó el primer trimestre sin caer en una devaluación drástica. El dato no resuena pero una proyección semejante no era irrelevante a fines de diciembre, cuando las previsiones apuntaban a un potencial sacudón por la estacionalidad veranil sumada a un potencial no acuerdo, en el marco de fuertes vencimientos. Los números no están del todo resueltos, de todas formas, y en paralelo sigue el drenaje: el balance cambiario ya acumuló cuatro meses de rojo en la cuenta corriente. El turismo sigue en niveles bajos pero no deja de crecer y se dispararon las importaciones energéticas.

El viernes terminó con un nivel de reservas brutas de USD43.321 millones. No se veía semejante número desde mediados de septiembre, es decir hace ya seis meses. Las reservas netas, el indicador con el que las consultoras miden el poder de fuego concreto y de corto plazo del BCRA, se calculan de diferente forma, según el especialista que haga la cuenta. Si se toman en cuenta los DEG del FMI, pasaron a totalizar alrededor de USD7.000 millones. Una mejora considerable.

De todas formas, el camino del 2022 desde lo cambiario está lleno de desafíos. El balance externo sigue reflejando una dificultad estructural, más allá del coyuntural ingreso de nuevas divisas por un endeudamiento neto que según el Iaraf crecerá USD4.400 millones, tomando en cuenta envíos del Fondo y pagos de vencimientos. Por caso, los números del balance cambiario publicado por el BCRA al mismo tiempo que llegaba el desembolso del FMI, mostraron un nuevo déficit de cuenta corriente durante febrero. Se trata del cuarto mes al hilo en rojo, en un ítem sobre el que pesa una de las metas de superávit. 

 

Con una obligación de acumular reservas por USD5.800 millones a lo largo del año, tal como exige el acuerdo con el Fondo, los dólares que generó el comercio de bienes no alcanzaron para cubrir las salidas de divisas propiciadas por el turismo, que ya lleva 8 meses seguidos en alza y generó un drenaje de USD430 millones; por la disparada de las importaciones energéticas, que se más que triplicaron en febrero y llegaron a USD866 millones; y por los intereses de la deuda pública, que marcaron una salida de USD706 millones.

Ecolatina remarcó que el acuerdo con el FMI presenta un triple desafío para el Gobierno desde lo cambiario, el punto clave para que la economía tenga el combustible necesario para seguir con la recuperación económica. En primer lugar, debe alcanzar un superávit de cuenta corriente de 0,5% del PBI, es decir de unos USD2.500 millones. En segundo, tiene que terminar con un incremento de las reservas de USD5.800 millones. En tercero, no puede intensificar las medidas cambiarias y de regulación de importaciones, ya que se comprometió a ir aflojándolas.  

“Vale destacar que el resultado final de la cuenta corriente dependerá del impacto de las actuales condiciones globales (incremento de precios energéticos y agropecuarios, menor cosecha y fletes más caros) y de que el turismo emisivo no vuelva a representar más de medio punto del PBI, tal como lo hizo en 2019, por ejemplo”, señaló la consultora, al tiempo que afirmó que un resultado negativo tensionaría la posibilidad de cumplir las metas de acumulación de reservas o el mandato de no empeorar los controles de cambios e importaciones.

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