Por segundo mes consecutivo, la inflación de los pobres fue más baja que la general
La línea de pobreza subió 7,2% en mayo y la de indigencia 5,2%, de todos modos en términos interanuales siguen por encima del nivel general del índice de Precios al Consumidor. La moderación del precio de la carne fue clave, pero no suficiente para evitar que las proyecciones de pobreza vayan al alza
Tanto la canasta básica alimentaria (CBA) como la canasta básica total (CBT) mostraron en mayo una evolución inferior a la de la inflación. En efecto, la primera –que sirve para medir la línea de indigencia- subió 5,2%, mientras que la que se usa para estimar la población cuyo ingreso es insuficiente para salir de la pobreza aumentó 7,2%, seis décimas por debajo del Índice de Precios al Consumidor. De esta forma, CBA y CBT acumularon dos meses con variaciones inferiores a la inflación de la mano de la desaceleración de los precios de los alimentos, en especial, la carne.
Así, en el promedio nacional una familia tipo integrada por dos adultos y dos menores en edad escolar precisó $99.053 para cubrir los requerimientos calóricos mínimos de la canasta básica alimentaria y superar la línea de indigencia. En tanto que, para superar la línea de pobreza, fueron necesarios $217.916, es decir 2,47 salarios mínimos vitales y móviles, esto es, considerando los gastos de mantener un hogar, pero no alquiler.
Si bien la desaceleración de ambas canastas básicas es una noticia positiva, en el acumulado del último año la CBA subió 122,6% y la CBT, 118,6%, superando el 114,2% de la inflación. Por eso, las proyecciones sobre la incidencia de la pobreza y la indigencia anticipan que el dato que dará a conocer el Indec en septiembre mostrará un deterioro en el bienestar general con más cantidad de la población debajo de la línea de pobreza que la que había un año atrás. Es que fortísimo salto del 11,2% mensual en la canasta básica alimentaria tiene secuelas: solo desde comienzos de año la CBA y la CBT acumulan incrementos del 47,4% y 42,9%, respectivamente, frente al 42,2% de la inflación.
En el primer semestre de 2022, de acuerdo a las estadísticas oficiales, el 36,5% de los argentinos no llegaban a cubrir la CBT. Y en el segundo semestre, la cifra ascendió al 39,2%. El estimador de la Universidad Torcuato Di Tella que elabora el economista Martín Rozada, estimó que, si solo se toma el bimestre abril-mayo, la incidencia de la pobreza se elevó al 46% producto de catorce meses consecutivos en crecimiento.
No obstante, en la medida en que el Indec informa una incidencia semestral, Rozada detalló que su proyección para el periodo que abarca de diciembre a mayo “sugiere que el 43.4% de las personas viven en hogares urbanos pobres. La población urbana capturada por la EPH en el semestre de referencia se estimó en alrededor de 29.1 millones de personas lo que implica que alrededor de 12.6 millones viven en hogares urbanos pobres”.
En esta misma línea, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA explicó a BAE Negocios que “Hasta el primer trimestre la mayor demanda agregada de empleo y la creación de puestos de trabajo formales, cuentapropistas e informales ayudó a los hogares a compensar en gran medida la aceleración inflacionaria sobre la pobreza. Este motor se ha ido apagando en el último trimestre, por lo que la tendencia es a que siga subiendo porque las remuneraciones se recomponen con rezago respecto de los precios, en especial entre los trabajadores informales”.
“Si en el último trimestre de 2022 la pobreza rondaba el 41%, ahora ya se ubica en el 43%. La indigencia, en tanto, pudo tener un crecimiento menor en torno al 7% u 8% gracias las externalidades positivas que generan los programas sociales que crean demanda de bienes y servicios en los sectores informales y la ayuda social que aporta un piso de asistencia pública y alimentaria”, detalló.
El efecto de los precios de los alimentosPara que la línea de indigencia haya mostrado en mayo una desaceleración más marcada respecto de la inflación fue clave la moderación en los precios de los alimentos, en particular los de la carne que en las últimas tres semanas de mayo se mantuvieron entorno al 2% y los dulces que integran la CBA.
De cara a junio, los datos parciales de inflación en alimentos aportan algo más de alivio. De acuerdo al Monitor de precios en supermercados del CESO, en las dos primeras semanas del mes tanto los alimentos frescos como los secos se ubicaron por debajo del promedio cuatrimestral. En la primera semana del mes ambos subieron 1,89% y en la segunda lo hicieron en un 1,73% y un 1,33%, respectivamente. Sin embargo, en la última semana anotaron más aceleración hasta el 3,24% y 2,45%. Puntualmente, los dulces y mermeladas se dispararon 7,33%.
Similar es el diagnóstico de la consultora Equilibra, que en la primera quincena de junio registró en el Gran Buenos Aires una desaceleración de la inflación, pero no la consideró una tendencia esperable a corto plazo. La moderación en su IPC se explica por la baja mensual de 1,2 puntos porcentuales en los Alimentos y bebidas hasta el 6,9%.