Las consultoras relevadas por el Banco Central pusieron un piso alto para la inflación: hasta octubre inclusive las expectativas del mercado se mantienen en al menos 7%. Ya para abril, la mediana calculada sobre las 38 consultoras y centros de investigación y entidades financieras se ubicó en el 7,5%, dos décimas por debajo del 7,7% que marco el IPC del Indec en marzo. Para mayo, en tanto, las expectativas subieron del 6,1% que se esperaba un mes atrás al 7,4%. Y por los cinco meses siguientes, que siga clavada en 7%. De esta forma, hasta las elecciones presidenciales la inflación seguirá elevada al punto de haber acumulado 97% en diez meses. Y hasta fin de año, 126,4%, es decir un repunte al 7,2% promedio para noviembre y diciembre.

En esta dinámica, el dólar juega un rol clave. De hecho, las consultoras esperan que el tipo de cambio mayorista se mueva cada vez más rápido, pero siempre a un paso parejo. Para setiembre, estiman que el dólar oficial promedie los $306,66 cuando un mes atrás esperaban que llegara a los $283,09. Y para octubre, que ronde los $327,39.

Esto marca una diferencia con el mercado. Es que, como consigno este medio, en la pizarra de Rofex el dólar futuro muestra un salto de más de cincuenta pesos entre julio y agosto, esto es, para las PASO. De modo tal que a fin de dicho mes, el dólar mayorista cierre en $350. Mientras que, las consultoras para agosto ven el mayorista a $286,20 menos de veinte pesos por encima de la cotización de julio.

De ahí en adelante, estiman que el dólar seguirá bajo control y llegara a las elecciones rondando en octubre los $327,39. En otras, palabras, incluso cuando ya el Banco Central este operando sin reservas netas, las consultoras dan por descontado que el Gobierno conseguira que el dólar oficial se mantenga siempre por debajo de la inflación.

 A partir de ahí sí anticipan una corrección. En los últimos dos meses del año, el dólar avanzaría unos setenta pesos o 21,9% hasta llegar a los $398,50 hacia fin de año.

Este mayor ritmo de devaluación esperado para todo 2023 va de la mano de una caída del PBI del orden del 3,1% a lo largo del año, cuatro décimas debajo de la proyección del mes pasado, y de un aumento del desempleo hasta el 7,5% hacia fin de año. Ambas variables, para los consultores, irán acompañadas de una tasa de interés más alta que la esperada anteriormente, pero sostenidamente debajo de la tasa de inflación, y de un déficit fiscal superior al pactado con el FMI.  

Para 2024, las expectativas son ligeramente más optimistas: 106% de inflación acumulada, un déficit ostensiblemente menor y una prolongación de la caída en el nivel de actividad del 0,2% a lo largo de todo el año. En otras palabras, el mercado está esperando otro año hiperestanflacionario con el agravante de una devaluación en la primera mitad del año que lleve al dólar mayorista a los $616,5 hacia abril para luego seguir un sendero de microdevaluaciones mucho más lento al actual, del orden del 4,3% por el resto del año hasta llegar a los $862,50 en diciembre.