Tecnología para el campo: un sector que crece al 20% anual y suma innovación
El sector, compuesto mayormente por pymes metalmecánicas, suma cada vez más software e inteligencia artificial a sus productos. La alta presión impositiva y la falta de personal capacitado son algunos de los escollos para seguir creciendo y pegar el salto exportador
El campo argentino no es solo soja, maíz y otros commodities. Detrás de cada cosecha récord hay una industria de maquinaria agrícola que incorpora cada vez más tecnología y genera empleo en el interior del país. A la tradición fierrera de las pymes metalmecánicas en el corazón de la pampa húmeda, se fueron sumando tecnologías de punta como la inteligencia artificial, análisis de datos y de imágenes satelitales, aplicaciones para el móvil; y hoy las AgTech (compañías tecnológicas enfocadas en el agro), ganan terreno.
“Hubo un incremento de la demanda en el último año, dado que el gobierno mantuvo tasas muy convenientes para equiparse, tanto para los productores agropecuarios y contratistas, como para los fabricantes”, comentó a BAE Negocios Alberto Borri, presidente de la Cámara de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA).
El sector crece al 20% anual desde 2019, generando empleo en la misma medida, sobre todo en ciudades chicas y pueblos. Según datos de IERAL, se compone de 1200 empresas, entre terminales y autopartistas, que ocupan en forma directa a unas 38 mil personas. La mayoría son pymes familiares, que explican el 90% de esos empleos.
En este rubro, las innovaciones son muy rápidas. Las desarrollan empresas familiares locales y las multinacionales terminan adquiriendo esas innovaciones. “Así como en Estados Unidos está el Silicon Valley, en Argentina tenemos el Agro Valley. Acá se da una conjunción de universidades, empresas metalmecánicas centenarias que incorporan cada vez más electrónica y software, con productores y contratistas ávidos de testear estas innovaciones”, destaca Borri.
TBeH fue fundada en 1978 por Tercilio Boeris y tres de sus siete hijos varones. Arrancaron con un pequeño taller metalmecánico en Las Varillas, Córdoba donde reparaban equipos hidráulicos y empezaron a construir algunas máquinas y equipos de arrastre.
Hoy la compañía tiene dos plantas productivas -una en Las Varillas y otra en Juan José Castelli, Chaco-, donde fabrica equipos para nivelación de suelos.
Con 85 empleados entre las dos plantas más otro tanto en 70 concesionarios a lo largo del país, este año presentó en Expoagro un innovador “manipulador telescópico”. Se trata de un cargador frontal autopropulsado con tracción en las cuatro ruedas que posee un brazo hidráulico para elevar cargas. “Está apuntado al mercado agrícola pero también se utiliza en construcción, minería y logística”, comenta Luis Perez, gerente general de TBeH.
“El 70% de nuestras ventas son a productores rurales locales y el otro 30% para obras viales de municipios. Hemos exportado a Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia y a países limítrofes. Por el desfasaje económico y cambiario, este año las ventas externas no llegarán al 10%, cuando históricamente estaban entre el 10 y el 15%”, señala.
Control de la cosecha desde el celular
La AgTech SIMA fue creada por Andrés Yerkovich, Mauricio Varela, Gerónimo Oliva, Agustín Rocha y Pablo Etchanchu en 2014. Gerónimo y Mauricio, estudiantes de Agronomía por entonces, estaban haciendo monitoreos para una materia de la facultad, y anotaban datos en una libreta, para luego transcribirlos a la computadora. En medio del trabajo, perdieron algunos papeles. Esto los llevó a pensar en alguna forma de registro más confiable y simple. Gerónimo compartía departamento con Andrés, estudiante de Ingeniería en Sistemas y empezaron a desarrollar una aplicación Android para la recolección de datos.
Luego de desarrollar la app, se contactaron con Agustín y Pablo, quienes estaban trabajando en una web para el seguimiento de cultivos. De este modo, Así se conformó el grupo SIMA que hoy cuentan con 35 personas.
El año pasado, “SIMA desarrolló junto con NASA Harvest y la Universidad de Maryland un algoritmo de machine Learning que permite predecir desde mitad de campaña los rindes de maíz, trigo y soja, con una tasa de acierto de más del 80%, gracias a la integración de imágenes satelitales con gran volumen de datos”, destaca Adrián Santilli, CFO (chief financial officer) de la startup.
Hoy, este desarrollo se exporta a productores de Brasil, Uruguay, Paraguay, Colombia, Venezuela, Bolivia y México, representando el 50% de los ingresos de SIMA.
Energía solar para el riego
La firma GVS, fundada por los ingenieros Bruno Agosta y Matías Cortada y el especialista en finanzas Federico De Narváez, desarrolló un sistema de riego solar móvil basado en datos que permite al productor prescindir del gasoil o la red eléctrica para regar sus cultivos.
“Es un sistema autónomo que permite regar grandes extensiones a través de energía solar. Además, regula la generación, almacenamiento y consumo energético y de agua, según las necesidades de cada suelo y cultivo, y reporta al productor en su celular”, explica Agosta. “Este sistema es compatible con equipos de riego de grandes superficies, y es más sustentable porque reemplaza los motores diesel por energía limpia”, apunta Cortada.
Su funcionamiento requiere 196 paneles, que se trasladan plegados milimétricamente en un container, e instalados en el campo ocupan 400 m2.
Los emprendedores comenzaron a desarrollar el sistema en 2018 y presentaron sus primeros equipos en marzo en Expoagro, donde lograron ventas por USD 2 millones. “Combinamos software, ingeniería y electrónica”, aseguran los fundadores de GVS.
Volver al campo
Las proyecciones para el sector de maquinaria agrícola este año son de un crecimiento del 10%. “Una de las limitantes la está poniendo el Banco Central porque no vamos a poder importar más del 5% de lo que importamos en 2021. Ya el 5% en dólares lo hemos superado a esta altura del año en compras de materias primas, por el aumento de precios”, apunta Borri.
“El otro gran tema es que nos estamos quedando sin mano de obra. Estamos con pleno empleo en las localidades pequeñas del interior y no tenemos planes sociales para convertir en trabajo. A menos que aparezcan políticas de estado (a nivel nacional, provincial y local) activas para trasladar personas de los grandes centros urbanos a zonas rurales y periferias, y construcción de viviendas para que la gente se pueda trasladar a vivir al interior. La pandemia nos enseñó que no hace falta vivir en una gran ciudad para tener calidad de vida y acceder a una buena educación”.