Secretos y anécdotas del histórico bar La Giralda

El reducto porteño de la avenida Corrientes alberga toda clase de historias de afamados periodistas y abogados

gmoreno

La noticia del inminente cambio de manos del fondo de comercio del histórico bar La Giralda y su pronto cierre, primicia de BAE Negocios, se disparó como pólvora en las redes. Se convirtió en tendencia de Twitter y estuvo entre los términos más buscados de Google durante todo el día. Circularon anécdotas y recuerdos, buenos y no tanto. Sus paredes con azulejos blancos, sus mesas con tapa de mármol y su cartel del fondo de neón que reza "Chocolates con churros, submarino, sandwiches, Toddy", siguen firmes aún, junto al teléfono público celeste.

Fue uno de los lugares a los que iba la bohemia porteña, pero también donde Jorge Rizzo, ex presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, tenía su lugar reservado. "Atendía en la vereda, porque fumo mucho. En sus mesas he recibido a Julio Piumato; Daniel Angelici, presidente de Boca; Federico Bal y hasta ha pasado, Horacio Rodríguez Larreta, el actual Jefe de Gobierno Porteño. Voy a La Giralda hace más de 20 años. Ahora que rompieron toda la calle Corrientes me mude a otro que tiene mesas afuera. Si cierra extrañare a la gente, ahí he armado mis listas cuando eramos muy pobres y la vereda era mi bunker cuando había elecciones", cuenta Rizzo.

La baja del consumo y las obras de la avenida Corrientes, fueron un factor clave, sumado a la muerte de su dueña Ivonne Nodrid, la señora mayor que siempre estaba detrás del mostrador. No era muy simpática, ejercía muy bien su rol de mandamás. El periodista Osvaldo Bazán, comentó en Twitter: "De La Giralda me echaron mal y feo en el 97 por, escuchá esto, por tomarme de la mano con un pibe. No fui más, ni les pasé por la vereda". Circuló en redes un video de un chico vendedor de pañuelos, que según dicen "en marzo del año pasado, fue echado por los mozos a golpes y luego detenido".

Hay toda clase de historias. "Es un lugar al que voy de pibe y tal vez, sea el último vestigio de una calle Corrientes que ya no existe. Si bien no me gustaba el café, me encantaban las mesas con tapa de mármol. No era un sitio donde la gente paraba como La Paz donde iban polirrubros, psicólogos, militantes revolucionarios, quebrados o Los Pinos, tal vez hayan contribuido los dueños de las últimas décadas. No era un bar para tomar alcohol, no tenía whiskies importados, eran mezquinos con la ginebra, tiraba más a lo lácteo", cuenta Ricardo Patán Ragendorfer, cronista imprescindible de Policiales y visitante incansable de los bares de Corrientes.

Ragendorfer confiesa que es lo que más le gustaba hacer en La Giralda, "era un lugar de citas, te citabas con una chica y de ahí salías. Te encontrabas para hablar, y podías usarlo para separarte, era un buen bar para separaciones. Yo siempre lo elegía para eso". Podrán comprarlo nuevos dueños, podrán reabrirlo, pero el alma de La Giralda no será lo mismo.

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