Falleció Stan Lee, el enorme creador de Marvel y de la épica para la era contemporánea

Tenía 95 años y su deceso sorprendió al mundo

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A los 95 años, murió Stan Lee. Podía pasar, claro, que el genial creador de superhéroes que redefinió el género desde los años sesenta falleciera, pero no deja de ser una sorpresa. El hombre aparecía vital, riéndose de sí mismo, en cada película de Marvel -dentro o fuera del paraguas Disney- que se estrenase en el año. ¿Quién podía pensar que un día iba a leer “Adiós Stan”?

Dado que esta nota requiere información, ahí va: Stanley Martin Lieber nació en Manhattan en 1922, su familia fue golpeada por la Gran Depresión y comenzó a trabajar en una editorial de comics cuando el gran auge, en 1939 (el año que vio nacer a Superman). Esa empresa se llamaba Timely y, con el tiempo, se llamaría Marvel. Y lo primero que hizo fue una historieta del Capitán América, firmó como “Stan Lee” (finalmente ese fue su nombre legal y definitivo) y lo mandó a pelear con los nazis, como todo superhéroe que se preciara. Pero el género tuvo un eclipse en los 50, hasta que en DC Comics (entonces National Periodical Publications) el editor y dibujante Carmine Infantino decidió rediseñar héroes viejos (arrancó por Flash) y después juntarlos en un éxito llamado Liga de la Justicia. Lee, con ayuda de su primer y gran socio en la aventura, el increíble dibujante Jack Kirby, hizo lo propio: creó a Los 4 Fantásticos. Después, a Los Vengadores. Después, resucitó al Cap., creó a Daredevil, a Spider Man (héroe adolescente), a Hulk, a muchos más.

Marvel Comics es importante porque fue al mismo tiempo el respeto por el género y su parodia. Porque podía tomar temas contemporáneos y transformarlos en orgía de color y acción con diseño modernísimo (a cargo de genios como Kirby, el lisérgico Steve Ditko -vean lo que hizo con Dr. Strange a fines de los 60, -el cinemático Jim Steranko -su Nick Fury debería estar en los museos, puro Liechtenstein en movimiento- y guionistas como Roy Thomas, otro niño prodigio). Eran parte de la conversación contracultural de los 60 e inundaban los campus. Las historias se mezclaban de revista en revista, creaban sagas enormes, toda una mitología cada vez más compleja y desatada. Las películas que hoy vemos apenas reflejan pálidamente esa explosión de modernismo aventurero.

La historia de Lee es la de Marvel, es enorme y no cabe en esta página. Perdió la empresa, la recuperó, etcétera. Lo que importa es que entendió la aventura, hizo que sus héroes tuvieran nombre y apellido y vivieran en ciudades reales, compartió el juego con sus lectores. Hizo del comic infantil algo para toda edad. Y sus personajes seguirán ahí, proveyendo la ilusión de que vale la pena creer en el heroismo.

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