El Oro fue para Telefe Noticias. No es una gran noticia en sí, porque era una gran posibilidad y porque los envíos periodísticos se han alzado con el premio mayor más de una vez. Lo tiene Telenoche, lo tuvieron varios programas deportivos. Lo que parece difícil es que se lo vuelva a llevar una ficción y esto es una novedad. ¿Mirtha Legrand, Beto Casella, el Bailando? Sí, tuvieron premios. No es sorpresivo: son programas que pueden ganar un año sí y otro también (o no), pero que están en un nivel de producción parejo y son -esto es clave- nombres consagrados, "éxitos" en el actual panorama numérico. Hay que aclararlo: en la última década, el rating televisivo perdió irrecuperables diez puntos.

Así, es interesante notar que los premios de ficción son menos: Actor y actriz protagónico y de reparto sin dividir géneros o formatos, guión, dirección, y ficción integral. Eso explica que una obra teatral como La Pilarcita, que hace diez años se representa con éxito el el circuito off porteño, se llevase el premio de guión cuando sólo fue adaptada en forma de unitario por la TV pública (de hecho, el premio a la autora Paula Marull fue el único de la emisora estatal). La mayoría de lo que podía ser similar a "novela" se lo llevaron o bien Buenos Chicos o bien ATAV 2 (ambas producciones de la hoy eclipsada Pol-ka), salvo uno. Ese "uno" es quizás el premio más importante de la noche para entender qué pasa en la televisión.

Fue para Familia de Diván, una telecomedia tradicional bien producida, protagonizada por Boy Olmi y Carola Reyna, con secundario de la nominada Nora Cárpena. ¿Por qué es importante? Porque en realidad es una producción de Flow (digamos, Cablevisión) que encontró pantalla "de aire" en El nueve, pero que puede verse por fuera de la grilla tradicional. Ahí hay una sinergia inexplorada con un tipo de espectador y formato que no depende ni de los horarios ni de las publicidades y que, hay que decirlo, también exponen otra poética toda vez que no se construyen alrededor del bloque de diez minutos más corte publicitario tradicional de la TV "del ayer". 

De allí que pensar en los reclamos por la ficción es al mismo tiempo relevante -faltan- pero quizás están fuera de foco: el público no las busca en la TV de formato tradicional incluso si hoy, flexibilidad de los recursos mediante, se "ve más TV" que antes. Ahí, en esa combinación del OTT y la tradición hay un camino. De hecho, quizás mucha gente se haya enterado de que existe Familia de Diván y la busque en su operador gracias al Martín Fierro. Tal debería ser -como sucede con los Emmy en los EE.UU.- el objetivo de los premios respecto de las ficciones.

Pero el triunfo de Got Talent, Telefe Noticias, la Copa Libertadores, o Gran Hermano hablan de otra cosa: la TV de aire es el hogar de lo inmediato, lo que está sucediendo. Como lo definieron con palabras diferentes tanto Marisa Andino como Rodolfo Barilli, es lo que cuenta y magnifica la vida cotidiana, la vida del espectador. Eso es lo que termina triunfando en la TV y por eso es que "No hay ficción". La hay, sólo que el público la busca en otros lados y la consume de otra manera.

Queda por ver si estos atisbos de un nuevo paisaje -en el que todavía permanecen nombres ligados justamente a "lo que pasa en directo", no en otra cosa reside el éxito de Mirtha Legrand; o "qué dirán de lo que acaba de pasar", que es lo que sostiene Bendita- cuajan o no. Mientras tanto, las estrellas de la pantalla ya no tan chica comieron rico, parecieron divertirse y las acompañamos unas largas cuatro horas. Aguante esa otra ficción, entonces, carajo.