Consecuencias de las medidas de la administración Trump

China y Hollywood en pugna por la guerra de las tarifas

Las “tarifas” o aranceles que la administración Trump ha impuesto en los últimos días para sus importaciones genera un problema grave para la producción de los grandes estudios de Hollywood. China, segundo mercado mundial, podría quedar fuera de sus previsiones.

ldesposito

Es obvio que el principal contendiente de Donald Trump en la virtual guerra que ha desatado al imponer tarifas para los productos que ingresan del exterior al mercado estadounidense es China. El arancel que le impuso al gigante asiático es el mayor, 54%, lo que hace virtualmente imposible el ingreso de esos productos. Pero China responde con más tarifas a los EE.UU., y la escalada podría llegar al 104% para lo que ingrese de ese país al norteamericano. Dicho esto, que ya es parte del conocimiento general, una de las actividades más afectadas es el cine, especialmente el de mayor presupuesto, que se enfrenta, después de un lustro de pandemias y huelgas paralizantes, a otro dilema de difícil solución.

China es el segundo mayor mercado cinematográfico del mundo, e incluso en algunos años llegó a ser el primero. La mayor parte de sus recaudaciones provienen de películas locales que además se exportan al área de influencia de ese país. En 2024, a tono con la baja de ingresos de la actividad en todo el mundo, recaudó unos 5.800 millones de dólares, poco para el tamaño de ese mercado. Pero 2025 implicaba un aumento del 30%, con un proyectado de 7.600 millones. Era posible: la película animada Ne Zha 2 lleva en diez semanas en cartel 2.110 millones de dólares. Así es el mercado.

 

Pero estas previsiones tenían en cuenta el estreno de una buena cantidad de tanques estadounidenses, algunos de los cuales (MIsión: Imposible, por ejemplo) tienen capitales chinos. De hecho, el pasado fin de semana Ne Zha 2 quedó en segundo lugar desplazada por el estreno de Una película de Minecraft. Ahora bien: el sistema chino es muy estricto respecto del cine extranjero que ingresa. La cuota es de 34 películas, que se gestionan a través de una de las dos agencias de control estatal dedicadas a ese menester. Y esa negociación implica un costo fijo de retorno para los estudios. Dado el tamaño del mercado, incluso si se recauda menos que en otros, es muchísimo dinero.

 

Pero el 8 de abril se conoció que China planea reducir o incluso prohibir directamente el estreno de películas estadounidenses en su territorio, en su voluntad de “ir hasta el final” en la guerra comercial disparada por las tarifas trumpistas. Sería una pesadilla para los estudios de Hollywood, dado que esto recortaría las recaudaciones de sus películas más caras, que hoy además -puede citarse el caso Blanca Nieves- son cualquier cosa menos una apuesta segura, como hace una década.

Sin embargo, el problema no es sólo para los productores estadounidenses. Si bien el sistema de distribución está en manos del Estado, hay exhibidores privados, que verán esto como un recorte a sus posibilidades de recaudación. Porque los “tanques” de Hollywood son una parte importantísima en las recaudaciones chinas. Sin esas películas, la proyección de crecimiento interanual del 30% para ese mercado debería reevaluarse a la baja.

También es cierto que las películas chinas no llegan con la misma fuerza al mercado estadounidense (si llegan), en parte porque son espectáculos netamente pensados para el público local -episodios históricos nacionalistas, por ejemplo, que se volvieron los más frecuentes después de la pandemia, cuando casi no se estrenaba otra cosa y China cerró una gran parte de sus salas cinematográficas de modo definitivo. No hay “reciprocidad” en ese caso, pero es lo de menos: China sí vende otras cosas a los EE.UU.

Así, el problema de las tarifas afecta tanto a la producción de Hollywood como al propio mercado chino. Es en parte una oportunidad para que películas de otros orígenes intenten ingresar en el mercado asiático, dado que ese cupo de 34 títulos tendría notables vacantes, pero eso dependerá también de que el público y el estado de ese país estén interesadas (sobre todo, comercialmente) en estrenarlas. De seguir así, será otro golpe para la producción masiva de cine en los dos países y, por arrastre, en el resto del mundo, donde las películas serán probablemente más caras.

Esta nota habla de: