Comedias que merecen mejor suerte para reír en Max
Hay una serie de películas que o bien no se estrenaron en la Argentina, o bien son muy poco conocidas, o bien son ignoradas por la crítica y, sin embargo, son buenísimas, incluso mejores que otras “canónicas”. Aquí les recomendamos unas cuantas comedias en la grilla de Max para sorprenderse. Y reírse, por supuesto.
Más allá del enorme triunfo de la Selección contra Brasil (lo dice alguien que se comió cuatro décadas de superioridad carioca), necesitamos motivos de alegría. También hay películas que lo necesitan, así que juntemos ambas cosas y recomendemos aquí una serie de comedias que deberían ser mejor conocidas o haber tenido más suerte. Todas forman parte de la grilla de Max (pero apúrese porque uno nunca sabe si van a estar o no cuando lea, así son las cosas con este negocio infernal) y valen la pena por motivos que se suman a las risas. Que, por otro lado, están garantizadas.
Empecemos con una casi desconocida. En los EE.UU. sólo fue a cable y en la Argentina, sólo se editó en VHS allá por el Jurásico. Es La Segunda Guerra Civil, del gran comediógrafo y estudioso del cartoon Joe Dante. El film arranca con una situación compleja: el Presidente de los EE.UU. (un genial Phil Hartmann parodiando a Clinton) quiere llevar refugiados a un estado del Sur regido por un conservador recalcitrante (Beau Bridges) que, a su vez, tiene una amante latina y periodista de algo así como la CNN. El Gobernador no acepta refugiados, hay estados que pretenden separarse y comienza una guerra. Dante combina la política con el disparate (claro, como si fueran cosas separadas...) llevando al extremo posiciones maximalistas. Hace comedia, sí, pero el núcleo es una señal de TV de noticias y cómo se comunica todo. La película es fácil de ver, divertida, con grandísimos momentos de comedia, pero también es compleja y sin soluciones fáciles. Así se hace sátira política.
Por supuesto que todos saben qué es Miss Simpatía. Sin embargo, es raro que nunca figura en ningún "canon" cuando lo merece. La premisa es que una detective extraordinaria y "poco femenina" se infiltra en el concurso de belleza Miss América para descubrir a un probable asesino. El personaje lo interpreta Sandra Bullock que es, por lejos, de las mejores comediantes del cine contemporáneo, y aquí logra hacer empático lo ridículo. Hay varios secundarios muy pero muy buenos (¡William Shatner!) pero el mejor es el instructor de moda y modales que interpreta -de pie- Michael Caine. Es la relación Bullock-Caine el núcleo de una película que no condena un evento dedicado a la belleza, sino que lo pone en su justísimo lugar. Y aunque no lo crean, una película feminista de verdad.
De Judd Apatow conocemos sobre todo Virgen a los 40. Pero una de sus mejores películas (realmente buena) es Siempre hay tiempo para reír, la única en la que dirigió a Adam Sandler, que aquí hace dúo con Seth Rogen. Es la historia de un actor cómico que se entera de que tiene una enfermedad terminal y toma como asistente a un novato que lo admira. Hasta acá, la vio mil veces y puede temer el famoso filme de "enfermedad que cambia a un personaje". Bueno, pues no porque (spoiler que no importa para nada porque es el detonante de más de media película) el "enfermo" se cura pero tiene excusas para ciertas revanchas. Lo de Rogen es muy bueno; lo de Sandler, entre el alocado adolescente eterno que le conocemos y un verdadero psicópata, fenomenal. Nunca se estrenó en cines aquí y está muy alto en la comedia contemporánea.
Hay un clásico que pocos vieron, aunque parezca increíble, aunque haya sido el debut de Shirley MacLaine y aunque la haya dirigido Alfred Hitchcock. Se llama El tercer tiro y es una comedia negra totalmente soleada. Tres personas -alternativamente- descubren un cadáver en medio de un bosque. Los tres lo idenfican como "Harry" y los tres creen que, accidentalmente, lo mataron. Toda la película tiene como fin saber qué sucedió realmente y, de paso, encubrir el probable crimen. Pero Hitchcock, además de usar el suspenso, se las arregla para contar una película cómica y romántica que transcurre en un universo lleno de sol, naturaleza, casitas lindas y juegos infantiles. De hecho, quizás esa sea la mayor de las bromas de una película realmente diabólica y divertida. Postdata: a nadie se le ocurriría hoy darle "luz verde" a una cosa así.
Y como corresponde, vamos con un enorme fracaso, tercera de la lista que no se estrenó comercialmente en la Argentina (tampoco en buena cantidad de países) y lo merecía. Se llama Maten a Smoochy y fue dirigida por uno de los mejores realizadores de comedia sarcástica y ácida que dio el cine contemporáneo, Danny DeVito. Si vieron Tirá a mamá del tren, La guerra de los Roses o Matilda, saben de qué hablamos. Aquí cuenta el apogeo y caída de un payaso televisivo en crisis psicótica (Robin Williams), su reemplazo por un tipo que se disfraza de "Smoochy", un rinoceronte, y es todo lo políticamente correcto que se les ocurra (Edward Norton) y la corrupción que gira alrededor del show para niños, incluyendo la cruel mafia que digita los espectáculos sobre hielo. Con una secuencia final calcada de El hombre que sabía demasiado, y elementos como una señorita que tiene un fetiche sexual con los payasos (genial Katherine Keener), es de una originalidad e incorrección pocas veces vista en la pantalla de las últimas décadas. Nadie quiso verla en los EE.UU. (De Vito sólo dirigió una película más, Duplex, con Drew Barrymore y Ben Stiller) pero hay que reivindicarla: es millones de veces mejor que cualquier cosa que hoy se estrene en salas, o casi.