Cuentos de hadas, melodramas animados y algo de terror en el cine del fin de semana
Un polémico tanque de Disney es el lanzamiento más importante del fin de semana. Pero hay también una (gran) película animada proveniente de Australia, una curiosidad francesa (que es muy buena, dicho sea de paso) y algo de terror. A usted le cedemos la elección.
Bueno, llegó Blanca Nieves, la versión “con actores” del mega, ultra, archi, non plus ultra clásico producido por Walt Disney en 1937. Hubo mucha polémica por este filme: desde las declaraciones desdeñosas de su estrella Rachel Zegler sobre la película original hasta sus declaraciones pro Palestina, mientras que Gal Gadot, que interpreta a la Reina, las hizo en favor de Israel tras los crímenes del 7/O. Pero eso es lo de menos. También la controversia por si los siete enanos iban o no ser actores con acondroplasia. Es decir, todo “por afuera” de la película, que acaba de estrenarse. Si quieren una opinión sincerísima, no valía la pena. El cuento está aggiornado con condimentos de empoderamiento femenino y cambios más o menos sustanciales que la hacen más cercana a la sátira -aunque no lo sea- que a la versión de un cuento tradicional. Nada de lo mencionado es un problema, de todos modos: sí que la imagen se sature de color para parecer un dibujo animado. Y entonces nos preguntamos, ¿para qué rehacerla así?
De todos modos, la película de la semana sí es animada y todo lo contrario. Memorias de un caracol es el segundo largo del australiano Adam Elliot (ganador del Oscar por su corto Harvey Klumpet), un señor que hace en plastilina una mezcla de melodramas y comedias con personajes de diseño grotesco que, a pesar de ciertas sordideces, generan una enorme ternura. Aquí tenemos a una chica que colecciona caracoles a la que le pasa de todo (se le muere el papá, la separan de su hermano gemelo, crece a los tumbos, se casa con un muchacho poco recomendable) pero que, a pesar de tantas desgracias, logra sobreponerse. Es una gran película, en todo sentido, y estuvo merecidamente nominada al Oscar. No, no es para chicos. Anímese aunque sean “muñequitos”. Si vio Flow o Robot Salvaje, es ese tipo de arte, aunque un poco más adulto.
Hay un director francés de enorme originalidad que, de vez en cuando, estrena en estos pagos y suele pasar inadvertido. Se lama Quentin Dupieux y su opera prima era un filme sobre una llanta de camión asesina. Entre la sátira y el surrealismo, hizo una carrera notable. Aquí se estrena Daaaaaalí!, la historia de una periodista que entrevista a Salvador Dalí varias veces para un trabajo que nunca verá la luz. Es divertida, provocadora y tierna, todo al mismo tiempo, y va a contrapelo de tanta “biografía” cinematográfica.
Y como todas las semanas el público del terror necesita una nueva dosis de sustos, va también El Pozo, una peícula de Federico Zampaglione (mucho gusto) sobre una restauradora de arte que descubre algo proveniente del pasado y una serie de ritos satánico que la ponen en peligro. Aquí estamos cerca de la vieja tradición pneinsular del “giallo”, el cine de horror donde brillaron Dario Argento y Mario Bava (sobre todo Bava, en este caso) y, si bien cae mucho en lugares comunes, tiene imágenes que quedan en la memoria.