Deudas millonarias en un contexto recesivo, una marea roja que amenaza a Hollywood
Dudas sobre el futuro de la concentración audiovisual en Estados Unidos
Este año es definitorio para el negocio de Hollywood en más de un sentido. Mientras que los "tentpole" (es decir, las películas que "sostienen el negocio") son caras y en general basadas en marcas previamente establecidas (secuelas, reboots, etcétera), los tres grandes conglomerados de medios y entretenimientos se preparan para cambiar su core bussiness de la pantalla grande a la chica, apostando por desafiar a Netflix en el terreno del SVOD. Pero para ello, Comcast, AT&T y Disney tomaron una cantidad enorme de deuda, mucho más de lo que había en danza en 2009, cuando el anterior período expansivo de la industria audiovisual. El problema consiste en si esa deuda podrá pagarse o si llevará a estas firmas a una crisis de salida imprevisible.
Vamos a los números. AT&T tiene obligaciones por entre u$s170.000 y u$s180.000 millones, por la compra de Warner y de DirecTV. Comcast, unos u$s114.000 millones. Disney, u$s54.000. Netflix, poco más de u$s10.000 millones, similar a CBS. Y Viacom, poco más de u$s9.000 millones. La información es de Moodys, y toma en cuenta amortizaciones y proyecciones varias. Pero el paquete completo se acerca a los u$s350.000 millones, un número absolutamente vertiginoso. La gran pregunta es si, en un panorama recesivo como el que se avecina a nivel global, estas obligaciones podrán pagarse. De hecho, AT&T anunció que todo su cash flow es para amortizar deuda.
No sólo la deuda es un peso para las empresas: las fusiones también son altamente costosas
Hay más: la concentración producto de las compras de empresas por empresas genera un problema económico mayúsculo. No es sencillo fusionar empresas. No sólo porque hay que despedir gente (lo que implica dinero) en funciones que se solapan, sino porque además hay que adecuar las "culturas" de trabajo a un solo patrón (lo que implica gastos extra en capacitación, por ejemplo). Por otro lado, aparecen trabas que llevan a perder tiempo en el desarrollo de un proyecto, sin mencionar los que están en diferentes estadios de realización y tienen que "cambiar" porque la estrategia de la empresa compradora es diferente de la que desarrollaba la empresa comprada. Ser "todopoderoso" en nombre no es lo mismo que serlo en el terreno.
Y queda una gran duda: si todas estas inversiones, toda esta deuda, podrá traducirse en una expansión del mercado -más suscriptores digitales, que es el verdadero núcleo de todo este asunto- que permita repagar deudas e incrementar el valor de las acciones. En Hollywood -y, sobre todo, en Wall Street- dudan y están nerviosos. Por eso es que la tapa de Variety está dedicada a esta cuestión. El futuro es oscuro y recién tendrá un viso claro de previsión de aquí a dos años, cuando se sepa quién sobrevivirá y quién no a la cultura digital.