El Festival de Cinemateca Uruguaya abrió con un gran filme y presenta 240 películas

La tradicional muestra oriental sigue adelante con una selección notable

Fernando Juan Lima

Desde Montevideo. Especial para BAE Negocios.

Alejandra Trelles, directora del Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay (FCIU), cuya 37° edición comenzó ayer, sostuvo, al compararlo con el BAFICI, que se trataba de una "versión uruguaya, es decir, más pequeña". Pero 240 películas de 60 países en modo alguno implican un número acotado o pequeño. Así y todo, revisando el catálogo, por sobre el número destaca la selección de un cine diverso, inquieto, a veces frágil pero siempre insumiso, particularmente innovador en sus formas.

La extendida trayectoria del FCIU hace que sea una muestra consolidada, con muchas generaciones de cinéfilos que la conocen y esperan, año a año. El mérito de esa continuidad adquiere tintes épicos cuando se advierte el "presupuesto ridículo" (en términos de su directora), ya que se hace con un fondo concursable que otorga el Instituto de Cine, pequeños apoyos ministeriales y sponsors privados cuyos aportes son en servicios. Pese a ello, y a la "competencia" que de alguna manera importan el siempre muy cercano BAFICI (con cuyo espíritu más cercanos se sienten en esta muestra), el FCIU es dueño de un perfil propio y definido, de una mirada particular que genera cada vez más interés por parte de la cinefilia y la crítica de todo el mundo.

El festival presenta nada menos que 240 películas y un catálogo de sesenta páginas, una cifra enorme

La elección de una película como Deslembro de la realizadora brasileña Flavia Castro (coproducción entre Brasil, Francia y Qatar) para la apertura es un buen ejemplo de aquello que constituye la esencia del festival. El film, que tuvo su premier mundial en la sección Orizzonti del Festival de Venecia, es un relato de iniciación sobre una adolescente que nació en Brasil pero se crió en el exilio francés hasta que en 1979 se promulga la ley de amnistía. Ello es lo que permite a su madre volver a su país; un país desconocido y hostil para la adolescente del que solo conserva fragmentos de recuerdos y el dolor de un padre desaparecido. La directora combina historias personales y sociales, heridas sin cicatrizar, ilusiones que se niegan a morir. Lo hace sin esquematismos, evitando toda tentación demagógica. Una gran película, que pese a su paso por los festivales de Biarritz y Río de Janeiro no ha logrado aún el reconocimiento que se merece.

Entre los títulos que componen la selección oficial de largos encontramos muchos que queremos descubrir, así como algunos otros que vienen precedidos de cierto recorrido por festivales, tales como la rumana I do not care if we go down in history as barbarians, de Radu Jude; Monos, coproducción dirigida por el colombiano Alejandro Landes; la mexicana Nuestro tiempo, de Carlos Reygadas y la española Petra, de Jaime Rosales. Además, el FCIU cuenta con una competencia iberoamericana, una sección también competitiva centrada en nuevos realizadores y otra que hace foco en "cine de Derechos Humanos". El menú se presenta tan diverso como apetecible para todos los gustos. Si hasta hay lugar para la monumental obra del argentino Mariano Llinás, La flor... ¿Qué más se puede pedir?

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