Un pastel para dos: rebelarse contra el sistema para vivir una vida extraordinaria
En Un pastel para dos, una anciana decide darle una segunda chance a la vida y conoce a un hombre que le puede devolver la fe, ambos siendo conscientes que el reloj y la sociedad islámica le juegan en contra
En Un pastel para dos, una historia de amor en la tercera edad se entrelaza con el régimen de la Policía de la moral en una sociedad iraní actual y cómo repercute en una anciana que decide dejarse llevar por el deseo y darle una chance a la vida.
En Irán, el cine siempre despertó gran controversia. Con el afán de retratar un país que es históricamente castigado por la represión, sus autoridades estatales llegaron a perseguir cineastas y censurar a los films que muestran cómo es ser iraní. Así, hasta llevar a las últimas consecuencias a quienes se atrevan a rebelarse contra ellos.
Sin ir más lejos, el reciente ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes, Jafar Panahi, se convirtió en un símbolo de la valentía en la industria del cine. Varias de sus películas –incluida la nueva It was just an accident, que está pronta a su estreno– fueron rodadas en secreto en Irán. Esto abrió un camino lleno de obstáculos para el artista, entre la censura de sus films y condenas a prisión injustas. Sin embargo, el norte cada vez está más claro para él: hacer cine para mostrar cómo es la cotidianidad de los hombres y las mujeres en Irán, sin importar las consecuencias.
Caso similar ocurrió para Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, los directores de Un pastel para dos, que está disponible para ver en MUBI y pasa una semana en la cartelera porteña del Cine Cosmos de la UBA. Meses antes a su estreno en el Festival de Cine de Berlín 2024, el largometraje causó la detención de ambos cineastas en medio de un viaje a París en el que se realizaría su postproducción.
Esto desembocó en la persecución, censura y presentación de cargos de parte del Estado islámico contra la dupla de cineastas. ¿La razón? Hacer una película “vulgar” que se vendía como una propaganda contra el régimen. Además, consideraron que en la historia se glorificaba la prostitución y el libertinaje. A pesar de estas razones, el pastel logró su estreno en el circuito cinematográfico y no deja de cortar sus porciones para los cines de todo el mundo que alojan espectadores completamente conmovidos por esta historia.
En ese contexto, el film es todo lo contrario a lo que denuncian las autoridades islámicas: Un pastel para dos es el retrato colectivo de la vida de las mujeres en Teherán, que han sido históricamente castigadas –algo que se acentuó con la llegada la Policía de la moral en 2005– y cómo eso repercute hasta la tercera edad.
Mahin (Lily Farhadpour) tiene 70 años, es viuda y vive sola en la capital iraní. Sus hijos exiliaron a Europa y supieron empezar de cero. No es el mismo caso para ella, que parece haber congelado su vida en el tiempo: se despierta tarde, pasa sus días entre tejidos eternos y novelas en la televisión, y cada vez tiene menos contacto con sus seres queridos. Tiene una vida correcta y tranquila, como así lo desea el Estado islámico para las mujeres.
La edad pesa en Un pastel para dos. La protagonista es consciente que ya no es joven, pero nada la anima a seguir viviendo con el mismo brillo y deseo que cuando estaba casada con su esposo difunto. Tampoco sabe si tiene las razones como para hacerlo. Hasta que, de repente, todo cambia en un té con sus amigas. Allí, una de ellas cuenta un encuentro que tuvo con un hombre que la hizo sentir un poco más viva, y eso no la deja indiferente.
Mahin se da cuenta que quiere lo mismo, y permite que su vida cambie. Ella tiene la certeza de volver a ser feliz. Si ya lo fue una vez, ¿por qué no serlo también en la vejez? Esto mismo es lo que la impulsa a salir de su casa y perseguir ese milagro cotidiano que le devuelva color a su vida: un café en un bar, un amigo o porqué no un amor.
Así conoce a Faramarz (Esmaeel Mehrabi), un taxista que atraviesa los mismos conflictos que ella. Ya es mayor, es viudo, y no cree que su vida vuelva a dar un golpe radical que cambie las cosas. Tampoco sabemos si realmente espera vivir algo nuevo y que lo saque de sus casillas. Sin embargo, ambos empiezan a hablar y descubren una conexión profunda inolvidable que incluye un viaje en taxi fuera de su horario laboral, una cena improvisada y una noche que –para bien o para mal– recordarán para siempre.
La represión y lo efímero, dos aristas que no dejan de llamar la atención en este film. Cuando la protagonista entiende que puede volver a ser feliz e intentar tener una vida extraordinaria con poco, la fecha de vencimiento de sus experiencias vuelve a acechar. Estará en ella entender que esta característica agridulce de la vida es mejor afrontarla que permitir que congele su tiempo, una vez más.
No es cuestión de reprimir sus deseos, sino de impulsarlos para vivir una vida que valga la pena ser vivida. De todos modos, no deja de ser difícil llevar esa política como bandera si consideramos el país en el que vive la protagonista. Un pastel para dos no solo desenmascara la represión de los deseos en la tercera edad, también muestra cómo las mujeres se entregan a la fuerza a este sentimiento al vivir en un régimen que pone al mundo en su contra.
En esa línea, los autores entienden que su film haya cruzado todos los límites para el Estado islámico. Se trata de uno que muestra a la verdadera cara de la realidad femenina, una que las forzó a tener una “doble vida”, como así afirmó la cineasta en una entrevista con The Guardian, y que mantienen al día de hoy. Esta misma característica acapara hasta la vida de Mahin, que puertas adentro no usa el hiyab y decide desafiar a las autoridades escuchando música fuerte y bailando con su cita, algo que para el cotidiano es algo normal, pero que para el gobierno de Irán es inaceptable. “En 45 años, todas las películas que se han visto muestran a mujeres con el hiyab obligatorio, incluso en casa. Lo cual no es cierto”, denunció la directora.
Una historia llena de valentía y coraje, dos características que también llevan como bandera sus dos directores, y que incita a las personas a vivir la vida de la misma manera. Porque se requiere de mucha valentía y coraje para romper con las reglas sociales y elegir vivir una vida extraordinaria sabiendo que, además de victorias y felicidad, también existe el sacrificio y las tristezas, algo que las mujeres en Un pastel para dos saben muy bien.
Un pastel para dos está disponible para ver en streaming a través de la plataforma MUBI, y en la cartelera del Cine Cosmos de la UBA, Avenida Corrientes 2046.
Tráiler oficial de Un pastel para dos