A cien días de asumir, cae la popularidad el primer ministro británico
Keir Starmer afronta desafios económicos e internas en el laborismo, después de semanas en medio de escándalos y promesas incumplidas
El primer ministro británico, Keir Starmer, enfrenta crecientes desafíos tras sus primeros cien días de gestión, marcados por escándalos y divisiones dentro de su propio partido.
A pesar de la mayoría absoluta que obtuvo el Partido Laborista en las últimas elecciones –con 412 escaños en la Cámara de los Comunes–, el gobierno de Starmer no ha logrado consolidar un liderazgo claro ni cumplir con las promesas de cambio que marcaron su campaña. Con la popularidad en caída libre y un panorama político complicado, el premier británico intenta recuperar la iniciativa antes de la presentación del próximo presupuesto, que incluirá subas de impuestos y recortes en el gasto público.
Escándalos
El liderazgo de Starmer ha sido cuestionado debido a una serie de escándalos que han ocupado las portadas de la prensa británica. Desde donaciones polémicas, como 19.000 euros en ropa de trabajo y 14.000 euros en entradas de fútbol, hasta la renuncia inesperada de su jefa de Gabinete, Sue Gray, estos incidentes han minado la confianza en su gobierno.
Las encuestas reflejan este deterioro. Según un sondeo de YouGov, un 63% de los británicos tiene una opinión desfavorable del primer ministro, y casi el 60% está insatisfecho con su gestión. Estas cifras lo colocan por debajo de figuras como Nigel Farage, líder del partido populista Reform UK.
Tensión interna
A nivel interno, Starmer también enfrenta problemas. Siete diputados laboristas rechazaron el plan de gobierno durante el discurso del rey, lo que llevó a su suspensión por seis meses. La tensión volvió a aflorar tras la decisión del gobierno de eliminar las ayudas para los pensionistas en invierno, lo que generó una rebelión dentro del propio bloque laborista. La dirección del partido optó por no tomar medidas disciplinarias adicionales, consciente de que la división podría empeorar la situación.
Starmer trató de atribuir los recortes en el gasto público a una gestión deficiente del anterior Gobierno conservador de Rishi Sunak, al que acusa de haber dejado un agujero de 21.800 millones de libras en las arcas públicas. Pero por ahora esta justificación no convence al sector más a la izquierda de su partido, que teme la aprobación de más medidas polémicas en la presentación del presupuesto a finales de octubre. El primer ministro intentó calmar los ánimos con medidas como la suspensión de una treintena de licencias de exportación de armas a Israel, pero todo apunta a que será muy difícil mantener la disciplina parlamentaria en los próximos meses.
Recuperación
A pesar de las dificultades, Starmer confía en que su gobierno tiene el tiempo y la mayoría parlamentaria necesarios para cumplir con sus promesas. Entre sus principales iniciativas se encuentra una nueva ley de derechos laborales, que incluiría el derecho a la desconexión para los teletrabajadores, y el fortalecimiento de las empresas públicas de energía y ferrocarriles.
Otro de los ejes de su estrategia es mejorar las relaciones con la Unión Europea, a través de nuevos acuerdos en temas clave como la inmigración y la seguridad. Sin embargo, los sectores más a la izquierda de su partido temen que los ajustes económicos que se avecinan afecten su capacidad para mantener el apoyo popular.
La UE ha dicho que el gobierno británico necesita implementar plenamente los acuerdos existentes sobre Irlanda del Norte y los derechos de los ciudadanos de la UE en el Reino Unido si quiere mejorar la relación.