La paz en Ucrania, el próximo desafío de Trump

El negociador Steve Wilcott deberá extremar su capacidad de diálogo para arribar a una tregua.

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó su semana con un gran triunfo y una gran puesta en escena, de esas que él tanto disfruta: la rúbrica del acuerdo de paz en Gaza, después de dos años de conflicto entre Israel y Hamás, que dejaron como saldo unos 70 mil muertos, cientos de miles de desplazados, y un territorio con más del 80% de su infraestructura destruida, según Naciones Unidas.

Aunque pocas horas después ya la tregua pendía de un hilo debido a nuevos ataques de Israel y la falta de precisiones de Hamás sobre la suerte de varios de los rehenes muertos, Trump fue sin duda alguna el gran protagonista de la cumbre en Egipto, donde prácticamente actuó como si fuera el anfitrión.

En medio de la euforia del momento, Trump declaró que ahora sus esfuerzos se orientarán a otro conflicto, que en plena campaña electoral prometió resolver en una semana, pero que hasta ahora se muestra impermeable a los intentos del líder republicano por llegar a una solución: la guerra en Ucrania.

 

Enviado

Para ello, prometió enviar al gran arquitecto del acuerdo en Gaza, su enviado personal Steve Witkoff, un empresario que ha demostrado notoria solvencia en las relaciones internacionales, y que incluso se reunió meses atrás con el presidente ruso, Vladimir Putin, para intentar avanzar hacia una tregua con Kiev que finalmente quedó en stand by.

Y es que el conflicto es diametralmente opuesto al de Israel y Hamás. Aquí no se trata de un gobierno hegemónico en una región aplastando a una organización insurgente a puro bombardeo. Se trata de una gran potencia nuclear, con memoria fresca de gran imperio como Rusia, contra un país apoyado por la OTAN (el propio EEUU incluido), por la Unión Europea, y que no dudó en servir de ariete de Occidente para amenazar a Moscú. Ucrania, por supuesto.

En esta guerra que ya lleva tres años y medio, hasta los propios generales ucranianos reconocen que no pueden ganar. Y la dirigencia rusa, con el presidente Putin a la cabeza, ratifica que no cederán lo ganado con sangre en el campo de batalla. Y que no habrá paz hasta que no se resuelvan los motivos fundamentales de la guerra, esto es: el posible ingreso de Ucrania en la OTAN, y como derivación, la posible instalación de armamento nuclear enemigo a unos cientos de kilómetros de Moscú.

 

Dilema

Algo inaceptable para Putin, que lo clarificó así en diálogo con una periodista: "¿Qué cree que haría Estados Unidos si nosotros ubicáramos misiles nucleares en la frontera de México?". La gran dificultad es que la OTAN no quiere reconocer la derrota de Ucrania, que es la de su estrategia desde la caída del Muro de Berlín, consistente en cercar y asfixiar a Rusia cada vez más.

El dilema de Trump es arribar a una solución que satisfaga las aspiraciones de Moscú, pero sin desairar a sus propios aliados de la OTAN. Y esto, mientras el mandatario estadounidense sigue con una pulseada estratégica con China sin final a la vista. Pero esto es tema para otra nota.

 

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