Mide 400 metros de largo y podría transportar el contenido de varios centros comerciales en un solo viaje. Es el "Ever Alot", un buque portacontenedores que al ser botado estableció el Récord Guinness como el de mayor capacidad del mundo. Construido por el astillero chino CSSC, este gigante es la máxima expresión de la economía de escala que impulsa el comercio mundial.

Estos barcos, conocidos como "megabuques", son la respuesta de la industria naviera a la demanda de un transporte más barato y eficiente. Cuantos más contenedores puedan mover a la vez, menor es el costo y la huella de carbono por unidad.

La columna vertebral de la economía mundial

El 90% del comercio mundial se mueve por mar, y los megabuques son sus principales protagonistas. Analistas de la industria logística señalan que sin estos barcos, la economía global tal como la conocemos no podría existir. Permiten que un smartphone diseñado en California, ensamblado en China con componentes de Corea del Sur, llegue a una tienda en Buenos Aires a un costo de transporte mínimo. Los beneficios clave son:

• Eficiencia de costos: Reducen el precio final de los bienes de consumo.
• Menor impacto ambiental (por contenedor): Son más eficientes en combustible que barcos más pequeños.
• Integración global: Facilitan las cadenas de producción internacionales.

 

El riesgo de ser demasiado grandes

La existencia de estos gigantes también crea riesgos sistémicos. El incidente del "Ever Given", un buque de tamaño similar que bloqueó el Canal de Suez en 2021, fue un llamado de atención global. El evento demostró que:

• La infraestructura portuaria está al límite: Pocos puertos en el mundo pueden operar con estos buques.
• Los "cuellos de botella" son críticos: Un solo incidente en un punto estratégico puede paralizar el comercio mundial.
• La cadena de suministro es frágil: La dependencia de estas rutas marítimas expone a la economía a disrupciones masivas.

El récord del "Ever Alot" es, por tanto, una paradoja. Es un triunfo de la ingeniería que hace posible nuestro estilo de vida moderno, pero también un recordatorio de que la eficiencia extrema a veces tiene un costo oculto: la fragilidad.