El humo negro se alzó sobre los techos del barrio de Uttara y cubrió de cenizas el aire de la capital bangladesí. Eran pasadas las 13 cuando un avión de entrenamiento de la Fuerza Aérea se precipitó sobre el edificio de dos plantas del Colegio Milestone, en la zona de Diabari. La nave, un F-7 BGI de fabricación china, se incendió al impactar contra el establecimiento. Hasta entrada la noche, los equipos de rescate seguían removiendo escombros. El saldo fue trágico: al menos 20 personas murieron y más de 160 resultaron heridas. La mayoría eran estudiantes.

“Cuando miré hacia atrás, solo vi fuego y humo”, contó el docente Masud Tarik a la agencia Reuters. “Estaba yendo a buscar a mis hijos, había padres y chicos por todos lados”, agregó. Otro testigo, el profesor Rezaul Islam, aseguró que vio “directamente cómo el avión golpeaba el edificio”.

El piloto, el teniente de vuelo Md. Taukir Islam, también falleció. Según el Ejército, intentó maniobrar para alejar el aparato de las zonas más pobladas, pero no logró evitar el choque. Había despegado apenas minutos antes desde la base A.K. Khandaker, ubicada también en Daca. Las Fuerzas Armadas confirmaron que la aeronave sufrió una “falla técnica” y que se inició una investigación para determinar las causas del accidente.

Los testimonios describen una escena desgarradora. “Cuando salimos, vimos a muchos estudiantes que habían sido calcinados”, dijo una alumna desde su cama de hospital. En el Instituto Nacional de Quemados y Cirugía Plástica atendieron a 28 personas, muchas con lesiones graves. Un padre corrió con su hija en brazos. Una madre, tras encontrar a una de sus criaturas, gritaba desesperada buscando a la otra. “Literalmente vimos la piel desprenderse”, relató una familiar a la televisión local.

Las imágenes registradas por los canales bangladesíes mostraron a los bomberos lanzando agua sobre los restos humeantes, mientras decenas de personas se agolpaban en torno al lugar, algunas trepadas a las terrazas vecinas. En los hospitales, el pánico no se detenía. En el Uttara Adhunik Hospital, más de 60 chicos, de entre 12 y 16 años, fueron derivados con quemaduras al centro especializado.

El primer comunicado del Gobierno interino de Bangladés informaba 16 fallecidos. Horas después, la cifra subió a 20. El portavoz adjunto, Azad Majumde, declaró que “la mayoría de las víctimas son estudiantes”.

Desde el Ejecutivo decretaron un día de duelo nacional. Las banderas ondearán a media asta en todas las dependencias oficiales. El jefe del Gobierno interino, Muhammad Yunus, calificó el hecho como “una pérdida irreparable”. En un mensaje público, expresó: “Este es un momento de profundo dolor para la nación. Pido a todas las autoridades, incluidos los hospitales, que actúen con la máxima prioridad”.

La tragedia tuvo repercusión internacional. Los primeros ministros de la India y de Pakistán enviaron sus condolencias al pueblo bangladesí. “Nuestros corazones están con las familias de las víctimas. India está lista para brindar todo el apoyo que sea necesario”, escribió Narendra Modi en sus redes.

Milestone School and College es una institución con unos 2.000 alumnos, de entre 4 y 18 años. A la hora del impacto, se estaba dictando clases. Una estudiante, Rafiqa Taha, dijo por teléfono a Associated Press: “Estaba aterrada mirando los videos en la televisión. ¡Dios mío, es mi escuela!”.

En uno de esos registros, un grupo de rescatistas intenta contener las llamas, mientras otro busca sobrevivientes entre los escombros. En otro, se ve cómo trasladan a los heridos en triciclos, en motos o en brazos. No alcanzaban las ambulancias. La muerte había entrado al aula.