Los recortes de personal impulsados por Elon Musk cuando estaba al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental comenzaron a mostrar consecuencias directas en la calidad de las estadísticas económicas de Estados Unidos. La más reciente: el índice de precios al consumidor (IPC), principal referencia para medir la inflación, quedó distorsionado por la falta de personal que impidió relevar precios reales en todo el país.

Según publicó The Wall Street Journal, el Departamento de Trabajo informó que en mayo el 29% de los precios que componen la canasta del IPC debieron estimarse con datos aproximados. Esa cifra triplica el promedio histórico del 10% y marca el peor nivel de cobertura desde que existen registros. La situación desató alarma entre economistas y analistas de mercado, que advierten sobre una posible pérdida de credibilidad en el dato inflacionario clave para la política monetaria de la Reserva Federal.

La metodología del IPC exige la recolección directa de precios en locales de todo Estados Unidos, sobre una canasta que refleja el consumo de una familia tipo. Cuando no se puede obtener el valor exacto de un producto, se reemplaza por uno similar. Esta técnica, llamada “sustitución”, era excepcional. Sin embargo, en los últimos meses se volvió una herramienta habitual por la escasez de encuestadores.

El origen del problema remite a las políticas de ajuste impulsadas por Musk en coordinación con la administración de Donald Trump. Bajo el argumento de reducir el gasto público, congelaron nuevas contrataciones y promovieron el despido de trabajadores que no fueran legalmente imprescindibles. Esa doble medida desmanteló varios equipos operativos, incluido el que realiza el relevamiento de precios.

“El IPC redujo temporalmente el número de puntos de venta y precios que recopila debido a la escasez de personal en ciertas ciudades”, reconoció el propio Departamento de Trabajo en un comunicado. “Estos procedimientos se mantendrán hasta que se levante la congelación de contrataciones y se pueda capacitar a más personal”.

La fragilidad del dato no es menor. Sobre el IPC se ajustan las jubilaciones, se pactan salarios y se mide el rendimiento de los bonos indexados. También influye directamente en las decisiones de tasa de interés de la Reserva Federal. Por eso, en el sector financiero ya surgieron dudas sobre si el Gobierno distorsiona voluntariamente el índice o si es víctima de las consecuencias de su propio ajuste. Desde UBS advirtieron que, con un indicador debilitado, “los mercados podrían empezar a cuestionar si la inflación real es mayor a la oficial”.