Tras un acuerdo millonario con Trump, Harvard suma a un profesor drag para clases de sexualidad
La universidad recibió USD 2.400 millones en subsidios federales para abrir escuelas de oficios y, días después, nombró a “LaWhore Vagistan” en estudios de género
El conflictivo vínculo entre Donald Trump y Harvard sumó en pocos días un capítulo sobre la frontera entre libertad académica y control gubernamental. Primero, el presidente anunció que liberaba subsidios federales por USD 2.400 millones tras un entendimiento con la universidad, que se comprometió a crear una red de escuelas de oficios bajo su órbita. “Esto sería una gran escuela de oficios, o una serie de escuelas de oficios. Estarían a cargo de Harvard”, dijo el mandatario en la Casa Blanca.
Con ese convenio ya cerrado, la institución comunicó la llegada de Kareem Khubchandani, profesor de la Universidad de Tufts especializado en teatro y artes escénicas. Será docente visitante en Harvard durante 2025-2026 y dictará dos materias en el área de estudios de género y sexualidad: “Etnografía queer” en otoño y “RuPaulítica: drag, raza y deseo” en primavera, centrada en el programa televisivo “RuPaul’s Drag Race”.
Khubchandani desarrolla su labor académica en paralelo con su personaje artístico, “LaWhore Vagistan”, un alter ego drag que creó hace más de una década e integra en sus clases y conferencias. En una entrevista de 2015 explicó el origen del nombre: “Mi familia proviene de Lahore, en Pakistán, y quise jugar con esa raíz. ‘Vagistan’ es mi manera de pensar el subcontinente como un todo, y de reírme de los estigmas sexuales”.
El nombramiento fue respaldado por el Harvard Gender and Sexuality Caucus, pero rápidamente desató cuestionamientos. Sarah Perry, de la organización conservadora Defending Education, calificó a la universidad como “una broma” por incorporar a una drag queen como profesora visitante. Otros críticos señalaron en redes que cátedras basadas en la cultura pop no deberían tener lugar en una institución de elite.
El anuncio, difundido apenas días después del acuerdo financiero con la Casa Blanca, volvió a situar a Harvard en el centro de la escena: entre la presión política que marca el rumbo de sus fondos y la decisión académica de dar espacio a propuestas que expanden los márgenes del debate cultural.