El creador de Apple, Steve Jobs, tenía un departamento especial en su empresa que se dedicaba solo a abrir paquetes. Pero no cualquier paquete, sino de los mismísimos productos que la propia empresa vendía. El motivo tiene que ver con su meticulosa personalidad y la necesidad de estar en cada detalle. 

Jobs tuvo muy en claro que las primeras impresiones son las más importantes y así lo demostró durante años: la experiencia de recibir un nuevo producto, abrir su caja, tocarlo y notar su peso equivale a todo un ritual. De esta manera, Apple se consolidó no solo como una marca de alta calidad, sino también como algo similar a un "estilo de vida".

Es por ese mismo motivo que el empresario creó un equipo que se dedicara exclusivamente a trabajar sobre esta cuestión y no era nada más y nada menos que la de analizar las primeras experiencias con el producto adquirido.

Las cajas de los productos Apple están meticulosamente pensadas

Cada dispositivo tiene sus particularidades de empaquetado. Uno de los ejemplos más notorios es la caja del iMac M, que se rediseñó por completo para hacerlo extremadamente delgado y muy liviano. En este caso, Apple se decidió por una caja que requiere ser agarrada con ambas manos para sacarlo una vez abierta, lo cual permite un acercamiento distinto con el producto.

Otro ejemplo es la primera sensación al abrir la caja de un iPhone. Antes los celulares de Apple se presentaban boca arriba, es decir, con la pantalla como primera impresión. Ahora, con un frontal indistinguible entre varios modelos y con unos llamativos colores en la parte trasera, se presentan dada vuelta para mostrar primero su lado más distintivo.

De esta forma, el empresario fallecido en 2011, fue el responsable de crear prototipos de los envoltorios, probar opciones y evaluar las reacciones para determinar la mejor forma de presentar un nuevo dispositivo a un cliente de Apple.