Cinco historias detrás de los cierres de Pymes y comercios

Fábricas, librerías, comercios, empresas no logran resistir y bajan la persiana. La baja de consumo, los altos alquileres, los altos servicios, todo suma para decir basta 

gmoreno

Se conoció un dato alarmante, en los primeros ocho meses del año, cerraron 10.000 Pymes y comercios en todo el país. Detrás de cada cierre hay una historia, en algunos casos un pueblo que pierde su principal fuente de trabajo o un comerciante con décadas en un barrio que se le termina el contrato de alquiler y ya no puede reubicarse.

Los cierres de las Pymes siempre tienen atrás mucho esfuerzo, pasión y lucha para poder atravesar distintos gobiernos, diferentes planes económicos y crisis. Los empresarios Pymes, en buena parte son empresas familiares, que decidieron por muchos años seguir invirtiendo y apostando al país.

 A fin de junio, cerró la única fábrica de asientos de bicicletas del país llamada El Miguelito. Esta Pyme estaba ubicada en un pueblo de poco más de 1000 habitantes llamado Carrizales, a sólo 70 kilómetros de Rosario, provincia de Santa Fe. Con 56 años de historia, bajaron la persiana porque desde diciembre no tenían casi ventas.  

Atendido por la segunda generación, fueron José, el hijo de Juan Moscarola y Rogelio, hijo de Hugo Bella, quienes que tuvieron que comunicar la noticia a sus 15 empleados. “Es una gran impotencia, ya no éramos una fábrica eramos un galpón sin alma. Me tocó pararme frente a los empleados, hemos pasado casi toda una vida con ellos. Mi viejo arrancó en una piecita, empezó con máquinas de coser, ayudados por mis abuelos y mi mamá. Así arrancó este sueño de dar laburo en el pueblo. No debe haber culpa más denigrante que dejar a alguien sin sustento”, señaló Rogelio Bella. Miguelito era la única fábrica del pueblo.

A fines de julio cerró la histórica librería Antigua Fray Mocho en Sarmiento casi Callao en el barrio de Balvanera. La primera Fray Mocho, fue fundada por Marcos Zinmann en 1945. Con los últimos dueños estuvo de pie desde 1979. Su dueña Alicia Groppo decidió darle la oportunidad a todos los que no les alcanza para comprar un libro e hizo una gran liquidación, vendió cada uno de los libros que tenía a $1.000. Durante un fin de semana hubo más de una cuadra de fila. Antes perteneció a Miguel Ávila, y como era actor privilegió los libros de teatro. Considerada Patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos Aires, le dijo adiós a sus vecinos y amigos del teatro. La felicidad de sus últimos clientes fue tal que subían a las redes las joyitas que habían encontrado. La idea futura es volver con venta online, pero todavía no.

Cierre de libreria
Una librería bajó las persianas porque no pudo resistir la baja en la compra de libros, además de la situación general

En un mes, el barrio de Balvanera perdió dos librería. Pocos días antes, cerró Gauderio Libros, otra librería de Ayacucho y Viamonte con 10 años de historia. Su dueña Valeria se despidió en IG: "Aprendimos un montón de cosas, hicimos amigxs y conversamos con muchos de ustedes sobre libros y otras pasiones, sostuvimos un proyecto que fue, durante todo ese tiempo, motivo de orgullo y alegría. Los tiempos cambiaron. El ajuste brutal ha significado la caída total de las ventas de libros, como sucedió también con muchísimos otros productos y servicios. La librería, así como está la situación, no puede seguir abierta”. Hasta el escritor Juan Sasturain fue el último día a despedir a Antigua Fray Mocho, entre muchos lectores que no tenían consuelo.

Ambas librerías forman parte de una gran lista de más de 15 librerías que cerraron en los últimos meses, algunas para siempre, otras para reinventarse y vender online. No es lo mismo mirar, tocar, elegir preguntar y escuchar recomendaciones que hacer un click. Pero en los tiempos que corren, con un click basta. 

Los cierres se replican en todo el país. Con 70 años de trayectoria, la metalúrgica Gonella S.A. de Gualeguaychú vendió su planta. Se especializa en la fabricación y comercialización de equipos para la industria del gas, petróleo, generación energética, y tanques fijos y móviles, mantiene sus plantas en Esperanza, provincia de Santa Fe y en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, inaugurada en 2017. Se comprometió a pagar las 56 indemnizaciones de sus empleados y a algunos les ofreció reubicarlos en la planta de Santa Fe. En la ciudad entrerriana todo es tristeza, era una fuente muy importante de trabajo para los habitantes de la zona.

 

Cierre Gonella
Una metalúrgica cerró su planta en Gualeguaychú

Una gran cantidad de comercio lucha por no cerrar. En la zona de outlets de Villa Crespo ya 12 dijeron adiós al barrio. Hay cierres de negocios en todos los barrios porteños. El caso de Betty, es el de muchos, se la conoce como la histórica vendedora de empanadas del Mercado de San Telmo. Hace 43 años que trabaja en su local, es discapacitada y se le venció el contrato y el propietario no se lo renueva, pero el problema es que no consigue locales en la zona a precios razonables y con todos los requisitos y nuevos valores de alquileres no puede reubicarse. Los vecinos están preocupados la conocen desde hace casi medio siglo. Es uno de los puestos más antiguos del mercado, que pasó de ser un lugar de barrio con verdulerías, carnicerías y locales de ferias americanas a convertirse en un polo gourmet. Betty resiste cobrando precios módicos, una lata de cerveza y una empanada casera $3.500. En pocos días se tiene que ir. Los locales de San Telmo están muy caros y no consigue nada cerca. Sumado a los costos del depósito, la mudanza, todo se complica en estos tiempos. Los vecinos se ofrecieron a ayudar el dinero necesario y Betty no quiere, repite “todo lo que hice lo hice trabajando”.

Quién descubrió esta historia es Leno quien desde su cuenta en X decidió contar el caso en busca de ayuda. “Vamos a comprarle empanadas todo lo que pueda reunir en estos días es clave para poder reunir los fondos que necesita para mudarse”, mientras en redes recomiendan las empanadas de portobello, queso y verdeo, y la de morcilla.

Empresas con más o menos empleados, comercios de barrio, espacios de cultura como las librerías, son más que un cierre. Cada vez que se baja una persiana, hay gente que sale del sistema formal y no tiene esperanzas de volver a conseguir un trabajo pronto.

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