El histórico bar La Biela de Recoleta atraviesa uno de sus peores momentos
Convertido en un símbolo de Recoleta desde 1950, tiene 54 trabajadores y con el delivery sólo factura el 7% de lo que obtenia antes de la pandemia. Pidió un crédito de $2M y pudo pagar la mitad del aguinaldo.
Con 70 años de historia, el bar La Biela le da batalla a la pandemia. Con un equipo de 54 trabajadores, decidió abrir para despachar pedidos, aunque sólo logra facturar el 7% de lo que consigue en épocas normales. Su dueño analiza el futuro de este clásico porteño.
El español Carlos Gutiérrez es uno de los empresarios gastronómicos que más conoce al sector. Conduce el bar desde 1966, hace exactamente 54 años que va todos los días, menos los domingos. Aunque ahora, cambió sus costumbres, va también los domingos. El único día que cierra es el lunes. La Biela supo tener hasta 48 accionistas, hoy tiene menos de 10.
Aunque son propietarios, la pandemia los afectó mucho. Gutiérrez contó a BAE Negocios: “La estamos peleando como todos. Esperemos no tener que cerrar, la idea no es cerrar, pero nunca se sabe. Si esto va para largo, no sé. Está muy complicada la situación económica, tengo 54 empleados, hay que pagarles y es mi preocupación. Por ahora seguimos todos juntos. Les pude pagar la mitad del aguinaldo, todavía me falta el 50% que se los pagaré en unos días. Necesitamos que vuelva nuestra clientela, el delivery no nos sirve”.
La Biela tiene una gran ventaja, para cuando reabran los locales gastronómicos. Si bien tiene 290 cubiertos adentro del local, tiene 280 afuera en las mesas de la vereda. “En agosto dicen que nos van a dejar poner sillas afuera, pero no hay que olvidarse que estamos en invierno, recién en septiembre el tiempo estará mejor. Hay varios problemas, se van a tener que servir los clientes, no nos sirve porque van a seguir tomando café, como ahora, y eso no te levanta la aguja para nada. Necesitamos reabrir adentro y que sirvan nuestros mozos. Hay que ver si la gente se animará a salir, si habrá consumo”.
El protocolo de gastronomía, supervisado aún no aprobado, que prohíbe en la primera etapa el ingreso de personas mayores de 60 años. Gutiérrez esta indignado: “Lo único que faltaba que nosotros le tengamos que pedir documentos a la gente. No quieren que la gente grande salga, pero que quieren que yo haga de policía para pedirle el documento a la gente? Queda malísimo”.
Como si algo faltara, otro tema que ya les empieza a preocupar a los gastronómicos es el tema de la vajilla. “Un vasito descartable con tapa y cucharita nos cuesta $5 y un plato con cubiertos no baja de $6, es más plata que dejamos de recaudar. Si nuestra vajilla se lava a 90 grados y es mejor que lo descartable. Nos pasamos buscando precios por todos lados, encima cómo saben que necesitamos, se abusan”, relató.
Se me partiría el alma, si tengo que cerrar después de 54 años de venir todos los días
No pierde su tono español, aunque dejó su patria hace muchos años. “Se me partiría el alma, si tengo que cerrar después de 54 años de venir todos los días. El 60% de nuestra clientela es el turismo, es lo que nos salvo en los últimos tres años. Hasta que no haya una vacuna no van a volver, si no vienen, ¿cómo seguimos?. Si tenemos que abrir al 30% no cubrimos los gastos fijos y es muy difícil seguir acumulando deudas”, dice el hombre que recibe todos los días a políticos, empresarios y gente del poder.
Todo el sector gastronómico advierte que reabrir implica una gran inversión. Gutiérrez lo planteó en pocas palabras: “Necesitamos reglas claras, que nos subsidien el 50% de los sueldos, por lo menos hasta septiembre y que lo depositen antes del día 15. Necesitamos que la Ciudad nos otorgue un subsidio, que el Banco Ciudad nos de créditos a tasa cero, una rebaja en los impuestos, una ayuda”.
La Biela tiene clientes fieles, han pasado varias generaciones. Su dueño contó a BAE Negocios que la pregunta que más le hacen en estos últimos días es: “¿Gutiérrez, no va a cerrar, no? Nunca pensé que nos iba a tocar un momento tan difícil, esto es peor que el 2001. En julio no cerramos, en agosto no sé”.