El patito amarillo que hizo furor ya cayó en desgracia
Conocido como el "patito Kawaii" llegó a venderse a más de $1500 y ahora se consigue en Once por $150. Salvo el "patito libertario" con la peluca de Milei que cuesta $2.500 y se puede financiar
Hace poco más de tres meses, desembarcaron en contenedores varios millones de patitos amarillos. En un abrir y cerrar de ojos invadieron Buenos Aires y luego se expandieron a todo el país. Niñas, adolescentes y luego, adultos, comenzaron a usarlos por igual como adornos en su cabeza. Su precio llegó a superar los $1500 cada uno. La fama no les duró mucho y ya cayeron en desgracia, su precio bajó al 10% de su valor.
Nadie sabe quién es el autor de la idea, pero también hicieron furor en Perú desde 2023, Brasil, Ecuador y México, entre otros países. En países como México, consideran que son pollitos no patitos. En Argentina, en provincias como Tucumán, los consideran pollitos, pero en general los medios los tratan de patitos. Más exactamente de “patitos Kawaii”.
Las redes sociales como IG y TikTok se encargaron de viralizarlos, surgieron memes e hicieron furor. Se los vio solitos sin accesorios, más que una traba negra; con florcitas en la cabeza; con un birrete, lookeados como souvenirs de egresados; en casas de electrónica los usan para decorar con auriculares, con banderas de Argentina y hasta en el show musical del presidente Javier Milei en el Luna Park, ahí andaban los patitos libertarios lookeados con peluca.
En el acto por el 25 de Mayo en Córdoba, los patitos amarillos costaban $1.500, pero los patitos libertarios o patitos Milei con peluca costaban $2.500. Hasta la diputada nacional de Libertad Avanza, Lourdes Arrieta fue a un debate de comisión con un patito “viral” en la cabeza. La misma legisladora que fue a la cárcel de Ezeiza junto a otros cinco diputados a visitar genocidas y luego se arrepintió y denunció a sus pares.
Los chicos y chicas se desesperaban por tenerlos, algunos lo usaban como hebilla en el cabello, otros como accesorios en la ropa, bolsos y hasta zapatillas. Simpáticos y adorables conquistaron el corazón de padres y niños, pero llegó un momento en el que la venta se saturó.
En agosto, los patitos amarillos cayeron en desgracia. Los comerciantes de Once ya no saben cómo sacárselos de encima. Para aprovechar el furor compraron muchos y no hay local que no los remate.
El precio que llegó a superar los $1.500, en algunas zonas escaló hasta los $2.000, comenzó a bajar. Con el correr de las semanas, bajó a $1.000, o se vendían 2x1 a $2000. Luego bajó a $800, $600 y llegó a los $400. Cuando parecía que el pobre patito ya había tocado fondo y su precio no se podía hundir más, volvió a caer. Bajó a $350 y también, $290, pero no se detuvo.
Varios locales de Once tienen carteles enormes con la leyenda “Liquido patitos”. Algunos todavía los venden a $290 al por menor, pero en muchos locales se consigue a los patitos con gancho y florcita en la cabeza a $200 por menor. Los egresados con birrete ya bajaron a $250. Pero los lisos que sólo traen la hebilla, valen $150 cada uno, si se compra una bolsa de 100 unidades en la zona de Azcuénaga y Bartolomé Mitre.
Lo curioso es que online los patitos se siguen ofreciendo hasta por $1500. Entre los 15 mayores vendedores de hebillas, tres venden patitos. El que más vende ofrece un pack de 50 por $10.000 o sea a $200 cada uno, lo mismo que se vende en Once por unidad. La diferencia es que los patitos están lookeados con coronas, gorros, boinas, antenitas, de todo un poco.
Pese a que los patitos se consiguen desde los $150, un sitio ofrece el patito libertario o patito con peluca Milei por $2.500, lo llama “patitos kawai milei peluca” y los vende desde una oficina en microcentro. Los ofrece en tres cuotas sin interés, en 6 cuotas de $416,67 y en efectivo, o sea sin pagar impuestos, los rebaja un 20%. Consustanciado con el proyecto político, le agrega al aviso “Viví la libertad carajo”. Un precio bastante alto, comparado con las ofertas de patitos en Once.
Poco se sabe de esta moda que comenzó en Asia y se exportó al mundo. En América, comenzó por Brasil, siguió por Ecuador y Perú y más tarde a México y Argentina. Algunos dicen que el origen fue la admiración al artista holandés Florentijn Hofman, famoso por sus monumentales representaciones de patos amarillos en distintas ciudades del mundo.
Aseguran que el color amarillo en Asia significa “felicidad, energía y positividad” y los más creativos prometen que el uso de estos animalitos de hule “puede influir positivamente” en el ánimo de quienes lo usan. Y aclaran que el adjetivo japonés “kawaii”, significa lindo o tierno. Cuentan que en Taiwán, hay un pato inflable gigante en Kaohsiung y se usan estos broches para celebrar algún festejo. Otros dicen que nació en Filipinas en una convención de animé.
Lo cierto es que se convirtió en tendencia en muchos países y los que apostaron a comprar patitos se entusiasmaron demasiado y ahora no saben cómo liquidarlos y recuperar lo invertido.