El Frente de Todos sólo puede parecerse a Cristina
Para bien o para mal, una ocurrencia de Cristina Fernández en sus amigables presentaciones del libro "Sinceramente" pueden más que horas de spots y cansadores viajes de campaña para que los sesudos análisis de especialistas se transformen en declaraciones en boca de Alberto Fernández.
Ayudaron, a lo largo de la campaña, los pasos en falso del candidato. Sus enojos con periodistas, las inoportunas declaraciones de su asesor económico Guillermo Nielsen, su empecinamiento en dejar en claro su pensamiento en cada debate que se le presenta, en lugar de, político al fin, hacerse el gil antes ciertos tópicos.
Con el correr de los días lo fue corrigiendo. Con la promesa de medicamentos gratis para todos los jubilados del país (hasta su compañera de fórmula cobra una pensión) se recibió de candidato hecho y derecho, en la más abierta ortodoxia electoral. Su apuesta, sin embargo, no logró la repercusión de la referencia a "pindonga y cuchuflito" que la jefa insertó en el debate y mantiene a capa y espada a lo largo de los días.
Sólo ella puede comparar a Cambiemos con Venezuela, un tema tabú en cuestiones de derechos humanos para todo aquel que se precie de progresista. Solo ella lo puede hacer. Y le sale. El conteo de votos la noche del 11 de agosto y el 27 de octubre revelarán si la idea fue acertada. Mientras tanto, vale analizar que Cristina profundiza las convicciones de los propios y espanta el acercamiento de sus detractores. Muy lejos del negocio que el Frente de Todos se planteó en un principio.
En la recta final, Cristina jugará las fichas grandes de la ruleta electoral en los números del Gran Buenos Aires, a matar o morir. Puede alcanzar o no. La elección está cada vez más en el aire, dependiendo de los mínimos incontrolables. Su cierre será una postal de reconciliación con Sergio Massa, en Tigre. Para terminar de dilucidad, en términos futbolísticos, si la contratación más cara del mercado de pases rendirá los frutos deseados.
En el cúmulo de errores, la elección de Alberto Fernández como candidato solo fue el primer eslabón. El espacio tenía candidatos en carrera para el caso del paso al costado (Felipe Solá el más presentable para ganar desde la provincia, Agustín Rossi para contentar al propio riñón). Eligió un delegado. Puede salir, pero complicó enormemente las chances.
Un par de meses antes del inicio de la campaña, un intendente peronista que ahora va por la reelección se quejó ante BAE Negocios de la falta de organización en el distrito. Alberto no era aún candidato. "Es increíble que con la situación del país no ganamos cómodos", confiaba reclamando acción y esperanzado en que ese presagio nunca llegaría a cumplirse. Ahora no es tiempo de reproches.