La decisión del gobierno de Donald Trump de ofrecer un salvataje financiero a Javier Milei abrió una grieta política y económica en Estados Unidos y tuvo un episodio revelador durante la Asamblea General de la ONU. En plena sesión, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, recibió en su celular un mensaje de alarma por la baja de retenciones en la Argentina y el impacto que la medida generaba sobre los productores de soja norteamericanos.

La escena quedó registrada en una foto indiscreta captada por la periodista Angelina Katsanis, de la agencia Associated Press (AP). En la pantalla se distinguen las iniciales “BR”, atribuidas por la prensa a la secretaria de Agricultura de EEUU, Brooke Rollins.

El contenido del mensaje fue contundente:

"Ayer rescatamos a la Argentina y, a cambio, la Argentina eliminó los aranceles a las exportaciones de granos, lo que redujo su precio y vendió una gran cantidad de soja a China, en un momento en que normalmente estaríamos vendiéndole. Debido a esto, los precios de la soja siguen bajando. Esto le da a China más influencia sobre nosotros.

Tras esa advertencia, el remitente cerraba con un pedido concreto: que Bessent concretara una llamada más tarde.

El episodio, expuesto públicamente por la cámara de AP, puso en evidencia cómo la eliminación temporal de retenciones en la Argentina no solo generó tensiones internas con pequeños y medianos productores locales, sino también un fuerte malestar entre los agricultores estadounidenses, que denuncian pérdidas millonarias y una competencia desleal en el mercado de soja.

El trasfondo es la decisión de la Casa Blanca de abrir un swap por USD 20.000 millones para reforzar las reservas argentinas y habilitar líneas de financiamiento a través del Tesoro. El acuerdo se presentó como un salvataje político y económico para la administración de Milei en un momento de alta tensión cambiaria, con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina.

En paralelo, el Gobierno argentino dispuso la eliminación temporal de las retenciones a las exportaciones de granos, medida que rigió hasta alcanzar un cupo de USD 7.000 millones en Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE). El esquema, bautizado como “feriado impositivo”, apenas duró 48 horas, en las que se concentró la totalidad de las registraciones.

Según datos oficiales, las cerealeras liquidaron más de 11 millones de toneladas en ese lapso. El beneficio recayó principalmente sobre las grandes agroexportadoras, lo que generó malestar en productores pequeños y medianos argentinos. Andrea Sarnari, presidenta de la Federación Agraria Argentina, sostuvo que la medida “no fue pensada para el sector productivo y tampoco incentiva a la producción agropecuaria”.

La reacción no tardó en llegar desde Estados Unidos. La Asociación Americana de Soja advirtió que la quita de retenciones en la Argentina abrió una ventaja competitiva “injusta” para las ventas de poroto y subproductos a China, en un contexto ya marcado por los aranceles impuestos durante la gestión de Trump. Los productores norteamericanos denunciaron pérdidas millonarias y elevaron sus quejas al Departamento de Agricultura.

El episodio del mensaje a Bessent, captado en plena Asamblea de la ONU, se convirtió en la expresión más visible de esas tensiones. Con un salvataje millonario en marcha y un esquema impositivo que generó ganadores y perdedores a ambos lados del continente, la grieta quedó expuesta dentro de Estados Unidos, donde el respaldo a Milei abrió un frente inesperado en la política doméstica y en la pulseada comercial por la soja.