El volcán de nuestras emociones negativas
El modo en que percibimos la realidad solo refleja nuestro propio mundo interno
Cuando experimentamos emociones negativas tendemos a señalar a los demás como los culpables. Es la otra persona la que me ha hecho enfadar, la que me ha puesto triste, la que me ha generado ansiedad. Esto, además de provocarnos cierto grado de resentimiento hacia el otro, nos deja sin opciones para actuar puesto que estamos a merced de lo que el resto nos dice.
Lo que sentimos no es culpa de otra persona, es nuestra responsabilidad. Por tanto, podemos sacar de ese estado emocional un mensaje que nos ayude a conocernos mejor y crecer personalmente; esos incómodos sentimientos se generan debido a que existen partes de nosotros que necesitan ser trabajadas. Nadie me hace mal, yo me lo hago, por lo tanto puedo cambiar la situación.
El modo en que percibimos la realidad solo está reflejando nuestro mundo interno. No existen culpables ni generadores externos de emociones negativas porque somos los únicos responsables de nuestros estados emocionales. Así, tenemos la capacidad de modificar nuestra percepción de la realidad realizando un trabajo interior a través de nuestros pensamientos.
"Todo lo que me molesta, me enfada, me irrita o quiero cambiar en otro es algo que, en realidad, está dentro de mí". A simple vista, esta afirmación puede resultar contradictoria y es común sentir la tentación de rechazarla de plano. Sin embargo, si nos damos la oportunidad de reflexionar sobre ella veremos que guarda mucha verdad.
"Todo lo que el otro me critica o juzga, si me molesta o me hiere, representa un asunto propio sin resolver que necesita ser atendido". Esta perspectiva sugiere que las palabras ajenas solo nos hieren cuando coinciden con nuestras propias creencias. Si prestamos atención podremos encontrar numerosos ejemplos en nuestra vida cotidiana. Aquellos comentarios que más nos duelen son los que parecen "meter el dedo en una herida abierta".
Cuando la crítica externa coincide con la crítica interna, las emociones negativas entran en erupción como un volcán. La solución pasa por enfrentar todo aquello que nos negamos a ver en nosotros mismos, observarlo en profundidad e integrarlo. Cuando somos conscientes de nuestros fallos y nos aceptamos tal cual somos, los juicios externos dejan de afectarnos.
A pesar de resultar desagradables, las emociones negativas son esenciales para aprender a conocernos y a relacionarnos con nuestro entorno. De ahí que, relegarlas o ignorarlas, aunque sean estrategias populares, no nos suelen ayudar. El deseo de todo ser humano es encontrar la felicidad. Es más, parece que vivimos en una dictadura de la felicidad, ya que todo el tiempo ansiamos sentirnos alegres, positivos y llenos de vitalidad. No obstante, la función de las emociones negativas es esencial porque nos ayudan a integrar las vivencias y adaptarnos al entorno.
A medida que crecemos observamos que la sociedad espera de nosotros un perpetuo estado de felicidad o de satisfacción que no es, en absoluto, realista. Esta obligación de sentirnos bien, en ocasiones, genera un gran conflicto interno y nos lleva a la frustración. Esa sensación de que las piezas no encajan, donde "lo que debería" actúa como una especie de tiranía.
A nadie le agrada experimentar estados psicofisiológicos como la ira, la tristeza, la soledad, el enfado, los celos, el miedo, la ansiedad, le envidia, y el remordimiento. Las conocidas como emociones desagradables o "negativas" a menudo dificultan nuestro funcionamiento en la vida diaria. Es más, son tan incómodas que hay quienes optan por reprimirlas. Las emociones negativas son reacciones ante desafíos o amenazas, tanto reales como irreales), son producto de nuestro intento por sobrevivir en una realidad compleja.
Para poder tomar conciencia y sacar provecho de nuestras emociones primero debemos conocerlas. Es muy recomendable dedicar tiempo a tratar de identificar y ponerle nombre a lo que sentimos. Conocer, aceptar y escuchar todas nuestras emociones nos facilitará el tránsito por las situaciones inesperadas, difíciles y cambiantes que se nos presenten. Y nuestros estados emocionales son la mejor brújula. Negar las situaciones dolorosas y dañinas de la vida es como ver la realidad con solo un ojo.
"Un texto anónimo dice que cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o sembrar.
Los constructores pueden demorar años en sus tareas, pero un día terminan lo que estaban haciendo, tras lo cual se detienen y quedan limitados por sus propias paredes. La vida, que se presentaba hermosa, pierde el sentido cuando la construcción acaba. También existen los que siembran. Estas personas, muchas veces, junto al milagro cotidiano de la vida, sufren con las tempestades, las heladas, el granizo y la sequía, por lo que raramente descansan. Y parecería, en muchas ocasiones, que todo estará mal. Pero, al contrario de un edificio, el sembradío jamás para de crecer, especialmente porque todo lo que se presentaba como negativo también ayudó a su desarrollo. Y, al mismo tiempo que sigue exigiendo la atención del jardinero, permite que, para él, la vida sea una gran aventura"