La solidaridad no es asistencialismo
Es necesario promover la equidad, lo colectivo y la justicia
La solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo, solía plantear Eduardo Galeano. Es posible que estas pocas palabras sean la síntesis perfecta que condensa la esencia del concepto de solidaridad.
Debido al aumento de la brecha de desigualdad existente en las sociedades modernas, una parte de la población se ve obligada a vivir con pocos recursos. Así, diariamente nos bombardean con imágenes que nos muestran desgracias que afectan a nuestros iguales. En este contexto aparecen de fondo las palabras caridad y solidaridad. Y podemos preguntarnos ¿hasta qué punto somos responsables de la vida y el destino de otros? Vivimos en un mundo en el cual, cada vez más, prima la solidaridad y en él, poco a poco, vamos tomando conciencia social sobre lo que pasa a nuestro alrededor.
Solidaridad entre mujeres y hombres, entre grupos humanos, entre organizaciones y entre pueblos. Todo ello desde nuestra individualidad, pero también desde nuestra dimensión colectiva, esa dimensión que implica ser y formar parte fundamental de algo mayor. Solidaridad demasiadas veces prostituida en función de intereses políticos, religiosos o sociales, e incluso muchas veces manipulada. Actualmente, en tiempos de crisis y estafas, es necesario limpiar, sentir y especialmente dimensionarla en la práctica.
A veces se la disfraza de caridad y no es lo mismo, pues su ejercicio se realiza de modo vertical, desde el que "está arriba" hacia los que "están abajo", desde el que está bien hacia el que está mal. El ejercicio verdadero de la solidaridad no es fácil porque no es asistencialismo. Hablamos de justicia social, de combatir la desigualdad creciente, de sentirnos en igualdad de derechos y, sobre todo, hablamos de poder ejercerlos más allá del discurso y que ese ejercicio alcance a las grandes mayorías y no solamente a una minoría.
"En una vieja iglesia románica, un fresco medieval representa el paraíso y el infierno de manera totalmente idéntica. En ambos lugares reina una gran abundancia de alimentos, de los cuales los elegidos y los condenados solo pueden disfrutar por medio de grandes tenedores desmesuradamente largos. Pero mientras los famélicos condenados que habitan el infierno intentan vanamente llevar los deseados manjares a su boca, los radiantes elegidos que residen en el paraíso se alimentan los unos a los otros".
Vivimos un tiempo en el cual los largos tenedores enfrentados dominan cada vez más nuestras vidas, por lo que el recurso de la solidaridad ya no solo es necesario y humanamente oportuno sino que empieza a ser vital. Y allí surge la urgencia de la equidad, de lo colectivo, de la justicia, de la lucha contra el empobrecimiento (proceso) y la pobreza (consecuencia). Y también la lucha contra la desigualdad, que realmente creció en los últimos años, concentrando la riqueza cada vez en menos manos que generan situaciones de auténtica injusticia y pobreza tanto entre las personas como en los pueblos.
La teología adoptó el término "solidaritas", estrechamente vinculado con el de fraternidad entre los hombres, que les impulsa a buscar el bien de todas las personas, solo por el hecho de que todos son iguales en dignidad. Se entiende la solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua, en un todo unido a los conceptos de responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación y participación. Asimismo, evidencia el interés de cada uno de nosotros por el bien del prójimo.
La justicia, la amistad, la empatía y la sensibilidad son valores muy relacionados con la solidaridad y con la conciencia de ayudar a aquel que más lo necesita. La solidaridad es un valor personal que supone la capacidad que tienen los miembros que pertenecen a una comunidad de actuar como un todo. Esto se produce porque los integrantes comparten intereses y necesidades entre sí gracias a los lazos que los unen. La definición de solidaridad se basa en el respeto y en la empatía que nos conduce a comprender que el otro necesita nuestra colaboración o nuestro apoyo.
La solidaridad podría entenderse como "la respuesta humana a las contradicciones del tiempo presente". La acción de la solidaridad abarca desde una ayuda momentánea que palía una situación en concreto, a un esfuerzo diario, constante hacia la disminución del sufrimiento humano y la realización de la justicia.
La idea de solidaridad reafirma y reivindica su esencia como compromiso ético, humano y político, alejándose de sentimientos únicos de compasión y caridad. La solidaridad es el derecho y la obligación a indignarse ante la injusticia a que se somete a las personas y pueblos, sea ésta del tipo que sea. Se necesita el compromiso activo ante estas situaciones, porque deben ser actuaciones dirigidas a eliminar las causas profundas y estructurales que generan injusticias. Se necesita el protagonismo en la política, en la cultura, en los medios de comunicación...
La capacidad de situarse en el lugar del "otro" y desde ahí construir conocimientos y acciones que incidan en verdaderas y profundas transformaciones. ¡necesitamos un mundo nuevo! ¡Necesitamos corazones nuevos!