Cuando las prioridades están claras...
Es necesario enfocarnos en lo que verdaderamente importa
En ocasiones deseamos que los días fuesen más extensos.Muchas veces, cuando las tareas y las metas cotidianas se acumulan, nos resulta complicado discernir lo esencial de lo secundario y en nuestro afán por querer abarcarlo todo terminamos el día con una sensación de insatisfacción. Por esto, saber definir prioridades no solo es un modo de ser más eficientes sino también es un mecanismo para mejorar nuestra salud mental.
Parte de nuestro bienestar emocional está en saber definir las prioridades. Si todo es importante, nada lo es. Si consideramos que todo en nuestras vidas es igual de relevante, es posible que perdamos de vista lo que debería tener prioridad. Como resultado, terminamos sin enfocarnos en lo que de verdad importa. El problema es que, a menudo, descuidamos nuestros valores y respondemos por mera inercia, sin evaluar si aquello que estamos haciendo se ajusta a nuestros principios y deseos. Las prioridades y el esfuerzo son muy importantes, ya que en caso contrario empiezan a fluir las excusas.
"Hay que moverse por prioridades, ese es el secreto del dominio del tiempo", postuló Robin Sharma. Conforme vamos creciendo, la vida nos complica cada vez más la tarea de conseguir esos huecos para los demás o incluso para aquellas actividades que tanto nos gustan.
Cuando uno tiene claras sus prioridades, las decisiones que toma son mucho más fáciles. Es como apartar las ramas de un tupido bosque con el fin de recordar dónde están nuestras raíces, esas que nutren nuestra autoestima para saber qué y quién nos sobra, para actuar sin miedo y siempre acorde con la voz del propio corazón.
Hay momentos en los cuales empezamos a cuestionar las decisiones tomadas a lo largo de un período de nuestra vida. ¿Por qué invertiré tanto tiempo y esfuerzo en personas que luego se alejan? ¿Cuál es la razón que me hace preocupar tanto por cumplir en un trabajo donde no me valoran? ¿Por qué no habré hecho caso a mi intuición en ese momento y me habré ido cuando tuve la oportunidad? Es un momento idóneo para encontrar nuevos significados, para autoexplorar nuestros universos interiores en busca de aquello que da fuerza, aliento y coraje a nuestra identidad: las prioridades.
Uno de los mayores problemas que tenemos actualmente es nuestra dificultad para separar las propias prioridades de las demandas del entorno. No se trata en absoluto de rechazar unas para quedarnos en exclusiva con las otras. Nadie puede ir por el mundo priorizándose a sí mismo y desoyendo lo que desde el trabajo, la familia o el resto de nuestros entornos nos demandan. En realidad, la clave está en mantener un equilibrio sabio, armónico y firme.
Si dedicamos todo nuestro tiempo a cumplir demandas ajenas, nos descuidaremos y nos alejaremos de ese centro de poder, ese núcleo delicado al que cuidar y escuchar cada día: nosotros mismos. La clave es asumir el control aprendiendo a decidir mejor y recordando cuáles son nuestras prioridades.
Por último, hay que trazar un plan de vida. Porque si hay algo que nos ofrece el tener bien claras las propias necesidades, los propios valores, sueños y esperanzas, es demostrarnos que podemos y debemos ser dueños de nuestro destino. Cuando uno tiene por fin muy claro lo que desea, la aventura de la vida se pone en marcha de nuevo.
"Un día, un anciano profesor fue llamado para hablar sobre la planificación más eficaz del tiempo. Entonces decidió probar un experimento. Sacó de debajo de la mesa un gran vaso de cristal vacío, a la vez tomó una docena de grandes piedras que colocó con delicadeza, una por una, en el vaso hasta llenarlo. Cuando ya no se podían meter más, les preguntó a los alumnos si les parecía que el vaso estaba lleno, tras lo cual todos respondieron afirmativamente.
Se inclinó de nuevo y sacó una caja llena de gravilla que echó con precisión encima de las grandes piedras, moviendo levemente el vaso para que se colara entre ellas hasta el fondo. Y volvió a preguntar si el vaso estaba lleno. Más prudentes, los alumnos respondieron que tal vez aún no. ¡Bien!, contestó el anciano profesor. Se inclinó de nuevo y esta vez tomó un saquito de arena que echó en el vaso. La arena rellenó todos los espacios que había entre las piedras y la gravilla. Así que, nuevamente preguntó: ?¿Está lleno ahora el vaso?. Todos, sin dudar, contestaron que no. En efecto, respondió el anciano, tras lo cual tomó una jarra que estaba en la mesa y echó agua en el vaso hasta el borde.
Lo que el experimento demuestra es que si no se introducen primero las piedras grandes en el vaso jamás se conseguirá que quepan después. ¿Cuáles son las piedras grandes, las prioridades, en su vida? ¿La salud? ¿La familia? ¿Los amigos? ¿Llevar a cabo algo que les importa mucho? Lo importante es poner estas piedras grandes en primer lugar en su agenda. Si se les da prioridad a miles de otras cosas pequeñas, la vida se llenará de nimiedades y nunca encontrarán tiempo para dedicarse a lo verdaderamente importante, explicó el profesor.