Codicia y cerebro
El avaro tiene una autoestima de alta intensidad, que impacta en las relaciones sociales y laborales
¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia
Epicuro
La codicia es una conducta del ser humano con características de deseo irrefrenable de dinero, poder o cuestiones materiales y suntuosas innecesarias.
Lleva a sentir una falta de consideración hacia los demás y a generar hechos que infringen leyes o directamente producen corrupción pues se genera un proceso imparable de necesidad para conseguir lo deseado.
Para que esto suceda, se desencadenan conductas que perjudican al grupo de pertenencia, afectando instancias sociales, culturales y familiares. Estas conductas en general se presentan contra el grupo, afectando el altruismo gregario de la personas
Un estudioso del tema, Dacher Keltne de la Universidad de California, plantea que las personas con y sin poder viven en mundos distintos. El no poderoso actúa más sensible al castigo, pensando en las necesidades de los demás, siendo más cohibido.
El poderoso por el contrario tiene mayor propensión a la acción intuitiva e infringir las instancias sociales. Parecería, que el poder genera mayor tranquilidad sobre los posibles castigos que se podrían sufrir, ante el quiebre de las normas establecidas socialmente.
Refrenda esta posición otro estudio de la Universidad de Lausana, que plantea que cuando más influencia tienen las personas menos éticas son sus decisiones. En una investigación en la que se usó un juego llamado "el juego del dictador", se evaluó la toma de decisiones en diferentes situaciones de control sobre los demás. Así, en situaciones de poder se arriesga más ante la duda y se abusa de terceros pues se detenta más sensación de asertividad y menor necesidad de escrúpulos.
Es decir, cuando nos sentimos poderosos arriesgamos más. Muchos son los trabajos que observan que ante el estímulo de poder los sujetos se tornan más motivados, quiebran las normas, se arriesgan más y se interesan menos por el otro. Se plantea así: "haz lo que yo digo pero no lo que yo hago" (utilizando una doble vara), que se torna agravada con la prolongación del poder no controlado.
El psicólogo Adam Galinsky de la escuela de negocios de Columbia, plantea que el poder sería parangonable a un acelerador. Nos motiva y lleva para adelante; pero que se debe regular. Es decir dejar en una velocidad con capacidad de volanteo, para poder cambiar una decisión. Para ello necesitamos tener una correcta autocrítica, así como no tomar riesgos excesivos.
El neurocientífico inglés Peter Garrard plantea que existen cambios biológicos y neuroquímicos en acciones de poder. Esto se observa desde los brokers que ejercieron la avaricia en forma prolongada en la burbuja precrisis del 2008. Con una probable suba del sistema de recompensa y testosterona, que aumenta el riesgo de evaluar la realidad. La cual forma una verdad alterada; así como distorsionó la evaluación que hizo el público comprador de acciones que contagiado de entusiasmo cayó en la trampa.
Sin embargo existen mecanismos de detección de los codiciosos. Se genera la necesidad de reglas que se observan en situaciones gregarias de manadas de muchos mamíferos superiores. Las situaciones de castigo y expulsión de las mismas detectando conductas altruistas o egoístas, necesitan de sentimientos de justicia.
En un experimento en el laboratorio de Yerkes de la Universidad de Emory. Monos capuchinos mostraron su capacidad de rebeldía cuando fueron sometidos a pruebas de igualdad, en las que el monitor entregaba y reclamaba un objeto a los primates a cambio de una recompensa: un pedazo de pepino, que es un alimento muy aceptado por ellos. Los primates rechazaban un pepino cuando observan que otros monos recibían un premio más valioso (uvas) por el mismo trabajo o por un menor esfuerzo. Comparaban sus obsequios y rechazaban los menos importantes si sus compañeros habían recibido uno más valioso. Esto generaba un contexto de descubrimiento básico de la desigualdad e injusticia.
Probablemente cuando lo gregario se expresa en el humano en su mayor expresión, se genera territorialidad, concretando sentimientos de propiedad y guerras subsecuentes. El sedentarismo irá agregando la necesidad de apropiarse del territorio, pues ya el humano comenzó a dedicarse a su tierra y ganados. Pasando de cazador recolector a sedentario. Pero también generando procesos de guerra programada cuya existencia casi no existía, cuando nómade.
Pocas tribus cazadoras recolectoras que sobreviven actualmente en el África, como los Hadzas de Tanzania Central, sin el concepto de propiedad territorial, llegan a solucionar sus diferencias con menos violencia. Conflictos generalmente producidos por cuestiones de disputas familiares, sexuales o de alimentos, la gravedad de las riñas y las venganzas son mínimas, comparativamente a los sedentarios
La avaricia constituye una toma de decisión, una lucha entre la el altruismo versus el egoísmo (codicia). Se necesita un ego inhibido o estimulado para tomar la decisión de dejar copiarse o no respectivamente. Al mismo tiempo el enseñar requiere muestras de altruismo pero además posiciona al individuo en un grupo. Por ejemplo; existe un tipo de aves (los córvidos) que cuando esconden un gusano casado por ellas, sin son observadas por otro congénere, hacen que lo deja en ese sitio; pero después vuelven para cambiarlo de lugar y no dejar copiarse. Muy diferente al ave que le enseña a sus crías a volar o a hacer el nido. Ambas situaciones, dejarse copiar o no, serían muy importantes para su supervivencia.
Se han descripto en resonancia magnética nuclear varios procesos cerebrales que se asocian a la avaricia. Uno de ellos es un exceso del mecanismo de recompensa observado en las estructuras cerebrales asociadas (Áreas Septales del Estriado Ventral). Algo parecido a lo que sucede en las ludopatías y los trastornos por consumo. En este caso sucedería una adicción al dinero y/o el poder que el mismo otorga.
Existe además un menosprecio por el sentir de los otros, situación similar a lo que ocurre en ciertos trastornos oscuros de la personalidad, especialmente la personalidad "narcisista",. Asociada esta conducta en varios trabajos de investigación se ha descrito una disminución de la funcionalidad de las áreas neuroanatómicas de la empatía, especialmente en el lóbulo prefrontal ventromedial.
El codicioso tendría un narcisismo con una autoestima de alta intensidad, que va a impactar en las relaciones sociales y laborales de la persona. En el registro cerebral de neuroimágenes de estas personas, sólo se activan áreas emocionales cuando se les ocasiona un perjuicio a ellos y no cuando son agredidos los otros. En un estudio realizado en personal penitenciario solo se prenden áreas afectivas, como el área cortical cerebral Cingulada anterior y Amigdalina; cuando existe un riesgo o perjuicio propio, pero no hacia un tercero.
Existen otros estudios que relacionan a hormonas como la Oxitocina y la Vasopresina con las conductas prosociales y empáticas. Se describe como la afección de estas sustancias y especialmente sus recetores en el Lóbulo Cingulado Anterior del cerebro, estarían asociadas con una dificultad empática de entender al otro; sería una dificultad de la llamada "Cognición Social".
Muchas de las políticas neoliberales y conservadoras que partieron de la idea de distribución tácita, a través del "Dedo invisible" de Adam Smith (hoy llamado derrame), que repartirían las ganancias en toda la sociedad; olvidaron considerar esta conducta instintiva de codicia. Que además puede verse aumentada, especialmente con el sesgo de quienes detentan una condición de poder.
*Neurólogo y Psiquiatra. Doctor en medicina y doctor en Filosofía. Prof Titular UBA. Investigador del Conicet