Cómo hacerse millonario: una universidad de Chicago enseña a apuntar a fortunas enormes
En Chicago State, una cursada empuja a estudiantes de barrios humildes a fijar metas de riqueza extrema: patrimonios de decenas de millones y planes de negocios propios
La escena ocurre en un aula sencilla de Chicago State University. Jenae Crockett, 34 años, abre su cuaderno y anota una cifra concreta: un patrimonio de USD 25 millones para 2036. Creció en el South Side, obtuvo una beca parcial y dejó la universidad cuando comprobó que no podía pagarla. Ahora estudia Contabilidad y trabaja en una agencia de salud domiciliaria, donde gana cerca de USD 45.000 al año.
Crockett cursa “Mastering Wealth”, una materia donde 33 estudiantes diseñan planes para construir fortunas de varios millones, fundar empresas y asegurar recursos para descendientes, proyectos solidarios o propiedades vacacionales en ciudades como Nueva Orleans o Playa del Carmen. “Quiero ser millonaria. Antes pensaba que era egoísta decir algo así”, afirmó.
El curso está a cargo de Pete Kadens, un empresario blanco que acumuló unos USD 250 millones en compañías de energía solar y cannabis. Planteó que la ambición de construir fortunas enormes suele asociarse al privilegio y recalcó que expresiones como “voy a hacer USD 50 millones antes de los 35” quedan, según dijo, “para chicos blancos ricos de Greenwich”. Esta experiencia apareció en un informe del Wall Street Journal que describió cómo la materia replantea expectativas entre estudiantes de ingresos bajos.
Una tendencia que cambia expectativas laboralesKadens se apoya en fenómenos que la presidenta de la universidad, Z Scott, observa en la matrícula: parte de los alumnos aún busca un empleo estable de 9 a 5, con ascensos y capacitación progresiva, pero otra parte pregunta primero qué negocio quiere crear y cómo lo llevará al mercado. El empresario señaló que los logros individuales pueden tener un impacto fuerte en las comunidades de origen. También cofundó organizaciones que financiaron estudios universitarios para más de 2.000 jóvenes de Chicago y Toledo.
Aun así, la cursada avanza con limitaciones claras: asistencia irregular, falta de capital inicial y estudiantes que combinan uno o más empleos mientras cubren vivienda, guardería y comida. La materia exige imaginar una escala económica muy por encima de sus realidades cotidianas, pero sin alterar los datos del punto de partida.
Proyectos, ideas y riesgo como métodoEntre los estudiantes aparece Raymond Turner, 29 años, criado en viviendas públicas. Busca fundar una empresa integrada de cannabis y un negocio inmobiliario dedicado a reparar casas deterioradas para venta o alquiler. Su meta es un patrimonio de USD 27 millones a los 45. Trabaja como encargado de depósito y, además, vende un papel de armar que patentó. Explicó que la materia le mostró “cuán posible resulta volverse rico si uno se enfoca en volverse rico” y aseguró que ahora cuenta con un “mapa” inicial.
También figura Angelica Tapia, que dirige una empresa de limpieza de casas y trabaja como preparadora de impuestos para una compañía grande. Quiere reunir USD 3 millones en diez años y planea contratar personal, ampliar su negocio y más adelante franquiciarlo. Recordó que, de chica, ayudaba a su abuela en un almacén en México y afirmó: “No me gusta trabajar siempre para otros. Es más responsabilidad, pero el pago supera a un empleo de 40 horas y nada más”.
En clase delinearon “puntos de dolor” del consumidor y presentaron propuestas diversas: una máquina automática para reparar baches, un purificador de aire portátil y, como proyecto elegido, un neumático auto inflable respaldado por un plan de negocios de USD 4 millones. Kadens repartió billetes de USD 100 a quienes se animaron a explicar cómo multiplicarían por diez sus ingresos y aplicó un test de tolerancia al riesgo. Señaló que una actitud demasiado conservadora no combina con aspiraciones de riqueza extrema.
Por el aula pasaron además empresarios millonarios y multimillonarios cercanos a Kadens. Entre ellos, el nigeriano Shegun Otulana, que llegó como estudiante sin contactos a Alabama y luego vendió una empresa de software por USD 1.250 millones. Contó que su trayectoria dependió de detectar a tiempo una ola tecnológica y subirse a ella.
Historias personales detrás de metas enormesLa última escena tuvo a Bryanna Williams como protagonista. Su plan para alcanzar un patrimonio de USD 10 millones en 2035 —a través de un negocio de aromaterapia, un consultorio, inversiones inmobiliarias y publicaciones— obtuvo el primer premio. Cuando Kadens anunció que recibiría USD 5.000, Williams tardó unos segundos en reaccionar. Después lloró en el centro del aula, rodeada por sus compañeros, con el sobre en la mano. En su texto había descrito esa meta como una “visión de felicidad total”, “sumergida en el sueño americano” que imagina para sí misma.