Cooperación y neurociencia

El proceso de abstracción y comunicación del cerebro humano para hacerse gregario

Ignacio Brusco

"No hay mejor prueba del progreso de la civilización que el progreso del poder de cooperación"

John Stuart Mill

El ser humano es el único ser biológico que consiguió conquistar los cinco continentes. Se piensa que la capacidad de cooperación, incluso con sujetos desconocidos, intervino en la supervivencia de nuestra especie. Al igual que la capacidad de abstracción, se consiguieron con el crecimiento de nuestro cerebro, pues estas funciones están claramente ligadas. Existe una regla que postulan algunos neurobiólogos: a mayor cerebro más capacidad socializadora. Cuanto más masa encefálica, mayores urbes.

Para hacerse gregario el cerebro no solo se debe abstraer, sino debe poder comunicar. También manejar herramientas y utilizar instancias simbólicas, como dibujos o música, que representen cuestiones prácticas o religiosas.

Algunos científicos plantean que el uso de la tecnología fue acompañado por el desarrollo del lenguaje. Marcando que el área de expresión de Broca no es sólo un área lingüística, sino esencialmente práxica. El desarrollo del lenguaje caminó de la mano de lo tecnológico. No casualmente las neuronas en espejo (que copian al otro) fueron descriptas en esta área, siendo el instinto de copia un elemento esencial para el desarrollo de las ambas.

Entonces, lenguaje, musicalidad y utilización de instrumentos pueden haber sido parte del mismo proceso evolutivo, que aumentó la sociabilidad del humano.

El lenguaje utiliza así mucho más que la función hablada, siendo también la gestual y musical, lo que sirve para la mejor la transmisión de la información, pero además para negociar posibles acuerdos o desacuerdos.

Para poder relacionarse se debió desarrollar una función cognitiva compleja, que habría ayudado muy activamente al desarrollo interpersonal: "entender lo que le pasa al otro". Es decir la metacognición intersubjetiva, llamada también Teoría de la Mente. Conocer al otro podía llevar a asociarse, cooperar y dejarse copiar: ser altruista . O por lo contrario evitarlo, rompe el lazo social, basádo en otra función primitiva: el egoísmo. Altruismo y egoísmo parecerían ser dos estamentos instintivos, reguladores de lo social; ya observados en animales inferiores.

Estas posiciones colaborativas parecieran estar relacionadas con la supervivencia de nuestra especie, versus el otro humano que cohabito el mundo con nosotros, el Neandertal. Que parece haber sido menos sociable, no conformar o adaptarse a grandes grupos, que enfrenten diferentes adversidades y así extinguirse.

Por ejemplo, el uso de armas a distancia, la fabricación de puntas de lanza de dos lados (bifaces) y el uso del fuego para cocinar, fueron de los avances tecnológicos más importantes de nuestros los homínidos predecesores. Se relaciona esta transformación con el crecimiento de la alimentación, con mayor rendimiento de calorías y el crecimiento cerebral.

Existen hormonas como la oxitocina relacionadas con la afectividad social, de hecho se la llama la hormona del abrazo. La respuesta a esta hormona facilita la cohesión grupal, cuestión experimentalmente observada en los ratones de pradera; que mantienen una conducta fiel a su familia versus los de montaña; que no lo hacen y presentan una menor respuesta a esta hormona.

Sin embargo esta respuesta hormonal se observa claramente en occidente; pues en comunidades orientales esto no sucede o más aún, sucede a la inversa .Probablemente la ancestría genética y el aprendizaje social condicione la respuesta, lo que se expresa asociado a cada cultura.

Existen un interesante meta análisis de neuroimágenes funcionales del Cerebro, que coinciden en que poblaciones orientales se prioriza la activación de áreas de empatía social. En cambio en cerebros occidentales se activan zonas del pensamiento individual.

Por otro lado se han descripto genes que nos lleva a tener una conducta adaptada. Shinobu Kitayama y su grupo de la Universidad de Michigan mostraron el gen de un tipo de receptor de dopamina (DRD4) ayuda a adaptarse mejor; ser más independientes en el caso del occidente, pero generando interdependencia cooperativa en el caso de orientales. Es decir lo contrario. Así el mismo gen produce dos conductas diferentes según la etnia y/o la cultura. Lo cual muestra que es más de adaptación social que de expresión conductual. Debe remarcarse, que cada impacto que se genere en un proceso de expresión genética será influido por el medio ambiente, pero también por otros poligenes idiosincráticos de cada etnia, que modifiquen su fenotipo.

Es importante darnos cuenta que las sociedades cooperadoras,como sucedió con el homo sapiens, son las que sobreviven. Sería importante que el Occidente capitalista tome conciencia de la importancia del altruismo. Dejarse copiar y cooperar, son necesarios para la sobrevida de una especie. El capitalismo salvaje y egoísta que aboga el individualismo, puede generar productos sociales más graves de lo que se cree.

*Neurólogo cognitivo y doctor en Filosofía. Presidente Fundación Humanas.
 

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