Cuatro largos de dibujos animados para que no vean los más chicos
Joyas del humor absurdo casi sin estreno en cines
Saben -porque siguen estas columnas, muchas gracias que de este lado hay un fanático de los dibujos animados. Que piensa que no es “para chicos” sino un arte importante y original dentro del cine. Por razones que no vienen a cuento, en los últimos días estuve buscando largometrajes animados de los últimos veinte años, para adultos. Y caí en la cuenta de que muchas de las series animadas más importantes (para adultos, específicamente) han llegado al largometraje, aunque en algunos -varios, muchos, demasiadoscasos, no tuvieron estreno en salas de cine en nuestro país, e incluso es bastante difícil encontrar ediciones en formatos como el DVD. En general, salvo una excepción casi lógica, también es casi imposible encontrarlas en plataformas on demand.
Veamos. La principal serie, la que lo cambió todo y que, por lejos, es el mayor fenómeno de la cultura popular desde finales de los ochenta, es Los Simpson. Que, amiguitos, está por cumplir treinta (un tres, un cero) años. No vamos a entrar en la polémica respecto de si todavía vale la pena verla o si se agotó hace rato. Lo importante es que le dio al mundo a uno de los más grandes personajes satíricos de la historia, Homero Simpson, que está a la altura del Quijote, de Gargantúa, de Cándido, de Calibán o de cualquier otro personaje cómico que haya aparecido en algún arte alguna vez. No es exageración, pero por las dudas, vamos a dejar aquí la caracterización. Los Simpson es además un lenguaje: piensen cuántas muletillas de la serie usamos cada día, desde “no digan como vivo” hasta “no quiero matarte pero si me obligas...”, pasando por “D’oh” o “Ay, caramba”. La serie tardó bastante, dos décadas, en llegar al cine. Y cuando lo hizo, no fue ni una celebración ni un “capítulo más largo”, sino una película completa, con cohesión y coherencia, que no requiere de conocer la serie (ípero quién no la conoce!) para ser comprendida, y que incluso “traiciona” algunas de sus premisas respecto de la relación entre todos los personajes de ese universo para crear algo propio. Funciona siempre y, como diría Homero, “en muchos niveles”.
Beavis y Butt-Head hicieron por la cultura joven y adolescente lo que Los Simpson hicieron por la adulta. Nacidos de la mente del gran satirista Mike Judge (que haría luego dos grandes películas cómicas y crueles: Enredos de oficina y La Idiocracia), estos dos idiotas que solo quieren rock pesado y ver TV, y que comentaban clips de MTV (su “hogar”) son icónicos, también. El dibujo simple, falsamente desprolijo, mostraba el paisaje desolado de la América profunda y cómo prohija imbecilidad. El largo, Beavis y Butt-Head hacen la América (como el anterior, disponible en Netflix y en otras plataformas como Amazon y Qubit) es un viaje a través de los Estados Unidos por parte de estos dos tipos -que en general no saben dónde están- en busca del televisor que les robaron. Y son tontos hasta los personajes “inteligentes”, como el agente del orden con la voz de Robert Stack o los delincuentes peligrosos que interpretan Bruce Willis y Demi Moore.
Si me dan a elegir, de todos modos, me quedo con la mejor, más desesperada, más sofisticada serie animada para adultos de todos los tiempos, South Park. Es solo aparentemente cómica, dado que en general su mirada sobre la Humanidad, que se ejerce desde la mirada de un grupo de chicos de diez años (que no son precisamente blancas palomitas), es de una enorme desolación. Lo que no implica que no sea cómica, claro, e incluso absurda, fantástica y surreal (recuerden: hay un personaje que muere en cada episodio, o en otro Jesús rescata con ametralladoras a Papá Noel de una celda iraquí). South Park-Bigger, Longer & Uncut, es una de las mayores obras maestras de cualquier género de las últimas tres décadas. Narra cómo la corrección política -el núcleo es que los chicos ven una película inofensiva pero llena de insultos y empiezan a decir “malas palabras”, lo que lleva a una guerra con Canadá que, a su vez, desata el dominio de Satán (que está en el Infierno por ser gay) sobre la Tierra, aunque el verdadero malo es Saddam Hussein- es absoluta estupidez. La película está realizada como un musical de Disney, con grandísimas canciones (la de Satán, justamente, es un canto desesperado a la tolerancia) que se burlan todo el tiempo incluso de la propia película. Una de ellas, Blame Canada, fue nominada al Oscar, pero dado que dice muchísimas veces “Fuck” y cosas por el estilo, era un problema cantarla en la ceremonia. Se la cantó en el horario de protección al menor de allá, lo hizo Robin Williams. La crearon Trey Parker y Matt Stone, y es de lo mejor que dio alguna vez el cine.
Por último, hay una serie que podemos calificar “de culto”, totalmente esotérica y cuyo humor puede resultar incomprensible a muchos, pero que no solo también tuvo su largometraje, sino que además es una gran película llena de momentos incómodos, con un humor que va del escatológico al intelectual a veces en la misma secuencia. La serie es Aqua Teen Hunger Force, la película, Aqua Teen Hunger Force Colon Movie for Theaters, de Dave Willis y Matt Maiellaro. Sigue las aventuras de una hamburguesa, un vaso de gaseosa y un sobre de papas fritas, que tratan de evitar una especie de invasión extraterrestre causada por un pedazo de metal que cobra vida propia y se junta con los Fantasmas Cibernéticos de las Navidades Pasadas. Sí, la cosa es bastante lisérgica y el estilo del dibujo, de una simpleza que confunde al espectador. El ritmo también es extraño: por momentos hay tiempos muertos con casi nada de diálogo y, de pronto y literalmente, algo estalla y empieza algo vertiginoso e inesperado. Es sin dudas una gran película (se realizó en 2007) y muy poco conocida. Se consigue de algún modo, y merece ser más conocida.