La oportunidad de una economía de impacto global

Lo que quedó del G20

Nicolás Wertheimer*

El mundo vive hoy un delicado equilibrio entre el modelo de desarrollo acumulativo y la capacidad que tiene el planeta y sus habitantes de resistir esa lógica de crecimiento. Tan delgado es el hilo que sostiene al viejo paradigma económico, que el propio Secretario General de la ONU António Guterres, hizo un llamado global en su conferencia de prensa esta mañana. Se requiere entre otras cuestiones, el compromiso urgente de las naciones en el diseño de políticas públicas que detengan el cambio climático.

En este sentido, la Cumbre del G20 en nuestro país podría invitarnos a discutir algunos de los puntos más sensibles del modelo de desarrollo actual, con la oportunidad de interpelar a los líderes de los países más poderosos del mundo. Ese fue el espíritu de la Carta Abierta que las empresas reunidas en el Sistema B redactaron hacia los gobiernos que forman parte de la Cumbre este fin de semana en la Ciudad de Buenos Aires. Brillantemente la misiva introdujo uno de los puntos más sensibles del asunto: el rol de los líderes globales en la reconstrucción de una nueva economía. El cambio sistémico que necesita el planeta para sobrevivir a su propia lógica de crecimiento, deberá cambiar radicalmente la forma de concebir el progreso.

En un mundo en el que la tierra y la riqueza continúan concentrándose en pocas manos, y en el que el calentamiento global amenaza la vida de poblaciones enteras, urgen líderes mundiales que resignifiquen su rol transformador en la conducción y construcción de un futuro más humanitario para los millones de niños y niñas que hoy no acceden a derechos básicos. La tarea no debe ser declamativa, sino una artesanal articulación entre la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el pujante sector privado, con el rol estratégico que tienen los Estados en la promoción, regulación y ejecución de un modelo de desarrollo erigido sobre políticas sociales inclusivas y ambientalmente sostenibles.

Todos somos parte de la solución, sin embargo el rol de los líderes mundiales es definitorio en el diseño de un futuro que construya la igualdad de oportunidades a los 7 mil millones de habitantes del planeta. Esta cumbre inaugura una nueva posibilidad de jerarquizar en todo el mundo las inversiones de impacto, que busquen producir un efecto progresivo para mejorar la calidad de vida y preservar el futuro de las generaciones que nos sucederán. Si bien el modelo del triple impacto ya se ha puesto en marcha de la mano de las empresas sociales, el alcance definitivo y profundo de esta lógica innovadora sólo tendrá incidencia en el mercado global si logra escalar masivamente y mejorar la vida de millones de personas.

Esta transformación radical y profunda está en manos de los 20 mandatarios y mandatarias que hoy se dan cita en Argentina. La gobernanza para el bien común, en plena armonía con nuestro medio ambiente, es el desafío de pensar la tarea pública como un pequeño aporte a preservación de la humanidad y a la trascendencia de nuestros mejores valores como habitantes de este planeta.

Que el G20 sea la punta de lanza para una economía de impacto hacia un futuro más humanitario!

*Emprendedor social y médico (M.N. 143.773) Fundador de Proyecto Agua Segura

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