Los encantos de Palermo Sensible

La zona, conocida también como Villa Freud, atrae a un público que busca opciones relajadas. Cafés pintorescos, cocina étnica y coctelería especializada protagonizan el circuito

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Casas con historia, edificios bajos, nuevos desarrollos inmobiliarios sustentables, plazas tranquilas, el encanto de un boulevard y veredas arboladas. La zona de Palermo Viejo, rebautizada como Palermo Sensible o Villa Freud, se convirtió en uno de los puntos gastronómicos favoritos de un segmento que busca propuestas auténticas en un ambiente descontracturado.

Delimitada por las avenidas Scalabrini Ortiz, Coronel Díaz, Córdoba y Santa Fe; esta región que supo ser el epicentro de un gran número de consultorios psicoanalíticos en los 80 (lo que le otorgó el mote en honor al padre del psicoanálisis), es actualmente un circuito protagonizado por pintorescos cafés, restaurantes a puertas cerradas, espacios de cocina étnica y sabores internacionales, cervecerías, gastropubs y coctelería especializada.

El café de la tarde

En la esquina de Cabrera y Av. Medrano se encuentra el primer café temático que rinde homenaje al escritor Julio Cortázar. Inaugurado a fines del 2015, el lugar exhibe retratos e imágenes del autor, sus libros y frases de sus mejores obras. Los murales, las pinturas y los libros generan un ambiente que invita a sentirse un escritor en París, al menos por una tarde.

La inspiración literaria también forma parte del menú en Café Cortazar, los nombres de los platos y cafés están relacionados con el autor, aunque la especialidad de la carta son las picadas a base de fiambres y quesos variados, para acompañar degustando alguna de las cervezas artesanales del lugar.

Sabores del mundo

En el cruce de las calles Honduras y Gascón se ubica La Alacena, una adorable trattoría que se convirtió en uno de los spots más respetados para disfrutar pastas caseras. La mente maestra detrás del proyecto es Julieta Oriolo, la chef que estuvo a cargo de la cocina del restaurant Uriarte; asesoró a Le Blé y creó la primera carta de Malvón, solo por nombrar algunos de sus trabajos.

La Alacena cuenta con un espacio algo reducido, pero que saben compensar con las mesas en la vereda (conseguir una puede requerir algo de paciencia) que se lucen especialmente en los días de sol y brunch. La carta es simple, pero detalladamente ejecutada. El secreto de sus exquisitos platos está en la materia prima y una pensada selección de acompañamientos.

El recorrido por las propuestas de comida internacional que ofrece el sector continúa por Opio, un gastropub que, en poco tiempo, logró ganarse un lugar en la lista de los nuevos destacados. En el espacio que ocupaba un taller mecánico y de la mano de su chef Diego “Tatu” Rizzi, nació este restaurante inspirado en la comida callejera asiática. La cocina abierta, lámparas colgantes y sus mesas comunales acompañan la propuesta gastronómica. El menú incluye currys, sándwiches, sopas, ensaladas y platos típicos del continente asiático. Todo esto acompañado por vinos, aperitivos, cocteles clásicos y cervezas artesanales.

Imposible no mencionar a Benaim, un local sobre la calle Gorriti con jardines internos, luces de colores, mesas comunitarias y estética marroquí que ofrece platos autóctonos de la cocina callejera judía y árabe. ¿Lo mejor del menú? El pastrón con pan Pletzalej, el falabel, kebabs y un riquísimo hummus acompañado con pan de pita, elaborado por ellos mismos. El toque moderno lo aporta el beer truck con canillas de cerveza artesanal, jugos y tragos.

Jazz y coctelería

A pasos de la plaza Guadalupe y frente al boulevard Charcas se encuentra Thelonious Club, una sala inspirada en los clubes de jazz neoyorquinos que ayudó a impulsar la movida jazzera porteña de los últimos años.

Una tímida puerta en la calle Salguero y una larga escalera, son la antesala de un espacio donde se respira música y también algo de whisky. La iluminación tenue, las mesitas redondas que apuntan hacia el escenario, y una larga barra con banquetas hacen al clima de Thelonious (un homenaje al pianista). En la web se puede chequear la programación, aunque las noches de viernes y sábados suelen ofrecer dos recitales continuados con los mejores músicos de la escena local.

En sintonía con el ambiente del jazz y frente a la plaza de Costa Rica y Av. Medrano también se alza Verne Club, un bar de coctelería que, como su nombre lo indica, homenajea al escritor referente de la literatura retro-futurista. Desde la ambientación hasta la carta, todo se inspira en la obra del autor. La lista de tragos, denominada “La vuelta al mundo en ocho cocteles”, propone un recorrido por los puertos de Londres, París, Bombay, Hong Kong, Suez, Yokohama, San Francisco y Nueva York. Cada ciudad tiene su coctel y es presentado con una atención detallada.

Uno de los 5 socios responsables del exitoso proyecto es el reconocido bartender Federico Cuco, un artista de la coctelería local que despliega sus talentos en la barra del lugar. “Verne fue uno de los primeros en abrir en la zona, hace ya 6 años, cuando solo había dos o tres comercios gastronómicos. Decidimos ubicarnos acá, principalmente por una cuestión de costos. El barrio nos permitía poner el bar que queríamos sin pagar gastos exorbitantes de alquiler y fijos que sino se terminan trasladando a los precios de la carta.

La idea es ofrecer coctelería elegante, en un ambiente con una estética marcada, pero a un costo que los clientes y vecinos puedan pagar. Lo que se dice coctelería clásica accesible”, explica Cuco. La carta también incluye degustaciones de vodkas y spirits escoceses; apenas una marca de cerveza “en los alrededores pueden encontrar propuestas cerveceras riquísimas, pero no forma parte de la esencia Verne” advierte el bartender, y un par de vinos. Aunque también hay una breve oferta de comidas, con picadas, tostados y salchichas alemanas .

Para la temporada de verano, el bar cuenta con un cálido patio decorado en sintonía con la ambientación del interior y rodeado de plantas.

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