Secretos y mentiras

A very english scandal, desde este domingo por AMC

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Las altas esferas del establishment inglés en los años 60 y 70. Se cultivan modales impolutos de caballero, comportamientos sociales tan rígidos como los trajes impecables de tres piezas de los parlamentarios, sentimientos contenidos, hipocresía y verdades ocultas. Para el líder del partido liberal, una figura promisoria de vertiginosa carrera ascendente, un ex amante gay es un secreto que hay que esconder bajo la alfombra sin dejar rastros. Pero algo puede salir mal. O very very mal.

Contada en tres partes de una hora, la miniserie está centrada en la historia real de Jeremy Thorpe, quien saltó de los titulares de la sección de política a las portadas de los tabloides en tiempos de homofobia candente. La trama transita desde los despachos privados del Congreso en los que se tejen los hilos de la escena política o los clubes de caballeros donde se susurran secretos hasta las intimidades de alcoba y la vida de pueblo pequeño con su lucha por sobrevivir.

Escrita por Russell T. Davies ("Queer as Folk," "Doctor Who") y con la dirección de Stephen Frears (realizador de películas como "Relaciones peligrosas", "Negocios riesgosos" y "The Queen") nada menos, el relato en este caso está basado en el libro escrito por John Preston. Frears conoce las altas esferas de la sociedad británica y ya mostró en otros trabajos interés en el tema de la homofobia. AMC emitirá íntegramente la miniserie el próximo domingo desde las 20, pero también podrá verse un episodio por lunes a las 22.

Tiene como protagonista a Hugh Grant, impecable en un rol poco visto, más sombrío y gris que en las películas románticas a las que nos tenía acostumbrados, pero conservando cierta picardía que se enciende en los pasajes en los que el humor oscuro gana en la serie. Es que, aún con el respeto debido hacia un tema que genera tanta indignación, no desaprovecha los ribetes más surrealistas de la historia para lanzarse por momentos a una comicidad que hace pie en lo absurdo y potencia además un sentido de venganza y liberación que gana fuerza en el personaje de Norman Scott (Ben Whishaw), el amante en cuestión. Los diálogos manejan con maestría la ironía "polite".

Grant recibió múltiples nominaciones por este trabajo como un Thorpe camaleónico, manipulador, hábil, frío, egoísta y capaz de renacer varias veces del fango de la política, hasta su estocada final. Whishaw logra también una actuación brillante como Norman, con todos sus encantos y tribulaciones, un joven ignorado, negado y apartado literalmente del sistema tras sus días con Thorpe (reclama eternamente su tarjeta de la seguridad social para poder trabajar).

La galería de personajes secundarios es inmejorable. Está encabezada por el mejor amigo de Thorpe (Alex Jennings como Peter Bessell) con quien tiene algunos de los momentos más significativos como las primeras confidencias durante un almuerzo o las escenas finales en la corte. Esas finales instancias judiciales están filmadas con inteligencia, aprovechando cada detalle sintomático de un sistema moralista y corrupto. El juez con sus comentarios cargados de parcialidad es un personaje que luego fue caricaturizado en sketches televisivos de la época.

Un retrato sensible de un hombre dispuesto a llegar al crimen para mantener su lugar, en un ambiente asfixiante y de moral acartonada, que condenaba al destierro social a quienes buscaban vivir su sexualidad libremente.

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