Los italianos se preparan a otra Pascua en condiciones difíciles, teniendo que enfrentarse con las consecuencias del conflicto armado en el Este de Europa, que impulsa la inflación y pone en vilo la recuperación económica.

PASCUAS CON PROBLEMAS

La Pascua de hace un año no fue muy alegre. En marzo de 2021, tratando de frenar la difusión de la variante alfa del coronavirus, el Gobierno italiano impuso un rígido confinamiento, con el cual los italianos se vieron obligados a evitar las reuniones familiares durante una de las fiestas más amadas.

En aquel entonces se esperaba que la siguiente Pascua fuese diferente. De hecho, respecto a 2021, algo mejoró: los italianos ya no deben estar encerrados en casa y el uso de las mascarillas respiratorias está restringido a los interiores.

Sin embargo, esta Pascua tampoco será como en los viejos tiempos. En la lista de las preocupaciones que acechan a los italianos el covid-19 cedió el puesto a los temores por el impacto que tiene en la economía italiana el conflicto armado en Ucrania.

MESA DE PASCUA MÁS CARA

Según los datos recogidos por el Observatorio Nacional de la Asociación Federconsumatori, este año los productos típicos de Pascua les costarán a los italianos un 3 por ciento más que en 2021.

El aumento más visible concierne la "colomba pasquale" (literalmente "paloma de Pascua"), un dulce con glaseado de almendra, que no puede faltar en las mesas italianas durante la Semana Santa y cuyo precio creció en un 14 por ciento. Por una razón simple: la inflación afectó todos sus ingredientes principales, a saber, harina, huevos, mantequilla y azúcar.

Además de tener que gastar más para poner la mesa, los italianos llevan meses pagando más por las facturas de gas y luz, así como por los combustibles. Como consecuencia, tan solo una de cada tres familias podrá concederse el placer de comer fuera en los días pascuales, mientras la mayoría preferirá comer en casa u organizar picnics, una opción más económica respecto a los restaurantes.

IMPACTO EN LOS PASTORES

El deseo de ahorrar durante los tiempos duros es más que comprensible, pero también tiene su revés, al repercutirse en los productores de alimentos.

Uno de los sectores afectados es el pastoreo. Igual que en otros países cristianos, en Italia está bien arraigada la tradición de comer carne de cordero durante la Pascua. Sin embargo, ya en los tiempos prepandémicos se discutía si era correcto seguir matando a los pobres animales y personajes mediáticos como Silvio Berlusconi aprovechaban la sensibilidad animalista del público, difundiendo fotos en las cuales daban leche a los corderos que habían salvado del matadero.

En 2020 y 2021 la pandemia llevó al cierre de los restaurantes justo en el período pascual, lo que fue un duro golpe para la ganadería nacional. Y hoy los pastores deben enfrentarse con el doble desafío de una caída de ingresos y un aumento de gastos, determinado por el encarecimiento de materias primas.

Un sondeo, efectuado por la Confederación Nacional de Cultivadores Directos, indica que el Domingo de Resurrección tan solo el 39 por ciento de los italianos tendrá la carne de cordero en sus mesas. Tres cuartos entre ellos comprarán carne de producción italiana, mientras para el cuarto restante la proveniencia del alimento no tiene importancia.

Para los pastores es un momento particularmente delicado, ya que es durante la Semana Santa que el italiano medio compra la mayor parte del 1,5 kilo de carne de cordero que consume durante el año. Una situación que pone en peligro no solo el bienestar económico de los pastores, sino el futuro de todo el sector de la cría de ovejas que cuenta con 6 millones de cabezas, pertenecientes a 38 razas diferentes.

Pastores, consumidores, restauradores: todos esperaban que, tras la pesadilla del covid-19, la vida volviese a ser como antes. Parece que este año sus esperanzas no se van a cumplir y deberán posponerse para el año que viene.

Fuente: Sputnik