Segundas partes mejores que las primeras en Paramount+
Sobre todo en las últimas dos décadas, cuando el menú en el cine es de secuelas y más secuelas, el espectador medio desconfía cuando hay un numerito en el título. Pero aquí presentamos una selección de “segundas partes” que son mucho mejores que las “primera”, exitosas, que les dieron sentido. Todo, en Paramount+.
En este mundo lleno de secuelas y precuelas y continuaciones y relanzamientos, incluso cuando ha quedado demostrado que el numerito al lado del título no es indicativo -necesariamente- de calidad, aún hay quien dice que las segundas partes no son buenas. Sí, es así: probablemente suceda porque el negocio de la franquicia se ha fagocitado mucha de la originalidad que el cine de gran espectáculo ha tenido a lo largo de sus 120 (ya) años de historia. Pero aquí vamos a reivindicar las secuelas con varios títulos de la grilla de Paramount+ que son, además, mejores que las "primeras partes" por varias razones. Una en general es que la secuela tiene ya un mundo establecido y ciertas reglas con las que el espectador está familiarizado. Aunque las mejores de las mejores son las que permiten que ingresemos sin conocimiento previo. De ellas hablamos aquí.
Vamos al ejemplo canónico: El Padrino II. No sólo es una secuela que ganó el Oscar (la única vez que pasó: no podemos considerar "secuela" a El Retorno del Rey, que es un filme separado porque nadie puede estrenar una obra de doce horas) sino que combina el mundo de El Padrino con una idea que tenía Coppola desde antes: contar en paralelo la historia de un padre y un hijo, hablar del destino y de cómo el paso del tiempo pervierte las mejores intenciones. Mucho más lírica que la primera, con un trabajo descomunal tanto de Robert De Niro como el joven Vito Corleone como de Al Pacino convirtiéndose en lo que nunca quiso ser, sino que toca temas como la política, la relación entre el poder y lo cotidiano, la inmigración (todo el transcurso en la Nueva York de principios del siglo XX es belleza absoluta y emotiva), y el trasfondo shakespereano de la gran tragedia. Cinematográficamente es más compleja, incluso, que la primera. Y tiene a John Cazale, un actor que pudo ser mucho más de no haber fallecido tan pronto. Sí, es una obra maestra, incluso los críticos de todo el mundo la colocan entre las 10 películas más importantes de la historia.
En otro tono, Indiana Jones y el Templo de la Perdición. Decir que es una "continuación" es falso, porque transcurre cronológicamente antes de Los cazadores del Arca Perdida. Pero no tiene conexión con ninguna de las demás de la serie, salvo porque está Indiana haciendo lo que mejor sabe hacer: correr y meterse en problemas a cual más complejo. Pero aquí Steven Spielberg se jugó y jugó: todo es más exagerado, más absurdo, más terrorífico y excitante, más lleno de comedia que en la primera entrega, gracias en gran medida a la tonta, hermosa, brillante, emocionante cantante de jazz (¡en cantonés!) que interpreta Kate Capshaw. Los primeros 25 minutos de película, con muchos homenajes al cine (de Casablanca a La Guerra de las Galaxias, obviamente George Lucas es el productor) siguen siendo vertiginosos a más no poder. Y eso es raro en una era en la que se puede crear cualquier imagen. Por lejos, la mejor Indiana, justamente por su apuesta a la purísima aventura física.
Y Scream 2 es mejor que Scream, aunque la famosa es la primera. En primer lugar, porque la idea de "película de terror que funciona, parodia, homenajea y critica las películas de terror" sigue siendo la misma pero requería algo más, algo que justificara una segunda entrega. Y ese "algo más" es una reflexión sobre el espectáculo y su sentido, sobre lo que implica una auténtica puesta en escena (en el núcleo del filme se monta un clásico de la tragedia griega). Lo que lleva al tronco del género: el melodrama. Aquí hay venganza familiar dura y un final que, luego de bastante humor y no pocos y bien establecidos sustos, decide dar un paso más allá del cine y vincular todo con la fuerza del destino. Supera a la original porque debe: el mecanismo era demasiado fácil para hacer otra película como la primera. Wes Craven, sabiamente, decide pensar más allá de los lugares comunes. El resultado es de lo mejor que nos ha dado el género y el cine de los años noventa.
Cuando J. J. Abrams tomó Star Trek y la relanzó con un gran elenco (Chris Pine, Zachary Quinto, Zoe Saldaña, Karl Urban), hubo mucho ceño fruncido, pero la primera película estaba muy bien. Ahora bien: la segunda, Star Trek en la Oscuridad, con ecos de Indiana Jones y algunas de las secuencias de acción más creativas y tensas del cine reciente (ese cruce "a pelo" en el espacio profundo entre dos naves, por ejemplo), hace mucho por respetar a sus personajes y darles un crecimiento emocional poco frecuente en el gran espectáculo. Tiene mucho que ver la presencia sustancial de Benedict Cumberbatch como el villano no villano villano al fin, núcleo absoluto de la película. Y Abrams había aprendido mucho respecto de cómo filmar tras Misión Imposible 3 y la primera Star Trek.
Y ya que dijimos "Misión Imposible", Misión: Imposible 2 es una de las mejores películas de John Woo. Remake disfrazada del clásico de Hitchcock Tuyo es mi corazón (el guión tuvo trabajo del gran clacisista Robert Towne), tiene todos esos trucos emocionantes del realizador (que comenzó como comediógrafo y director de melodramas en Hong Kong) y hace de las secuencias de acción el núcleo moral del relato. Aunque hoy se recuerda más la de De Palma o la saga que empezó en la tercera, esta es una gran película, incluso mejor que la del maestro ítalo-americano.