Amanda Knox, una historia retorcida: acusada incorrecta y obsesión mediática
Una serie que da una vuelta de rosca al true crime clásico, para poner en el banquillo al sistema judicial y el daño que hacen los relatos falsos.
Llena de ilusiones, una joven viaja a Italia para acumular experiencia, pero las cosas no salen como esperaba. El horror irrumpe: una de sus compañeras de piso es salvajemente asesinada. A partir de ahí todo es confuso y cuesta abajo. Una investigación repleta de errores, presiones tanto judiciales como policiales, prejuicios, una acusada con personalidad fuera de lo habitual y una inagotable sed periodística arman una figura deforme en el caleidoscopio: se recorta la silueta de la criminal perfecta y su nombre es Amanda Knox.
Siguiendo la estela de las series basadas en crímenes reales, Amanda Knox: una historia retorcida, que se estrenó en Disney+, toma uno de los casos policiales más mediáticos en Estados Unidos y parte de Europa para construir una narración diferente.
La tira, protagonizada por Grace Van Patten (Tell me lies, Nine perfect strangers) y creada por KJ Steinberg (This Is Us), tiene entre sus productoras a la propia Knox y a Monica Lewinsky, otra mujer que estuvo en el centro del vendabal mediático. Teniendo en cuenta quienes están detrás del proyecto no es extraño descubrir qué parte de la historia busca indagar especialmente.
La serie le da una vuelta de tuerca al formato más clásico del género, ya que las imperfecciones del sistema judicial, abonadas por prejuicios, preconceptos, misoginia feroz y la presión por dar resultados a la opinión pública, se terminan convirtiendo en el foco de la historia. Esto en el marco de la voracidad mediática que apodó a Amanda "Foxy Knoxy" y llevó a primera plana las fotos de un beso con su novio. El punto más débil está en la escasa o nula presencia de la víctima en este relato, algo que en su momento también ocurrió con la cobertura de prensa.
Si bien algunos de los recursos son edulcorados, especialmente al comienzo, o hasta resultan un cliché (un pájaro choca contra la ventana en la cárcel), la propuesta logra ser convincente aportando sus propios puntos de vista. Y acompaña a Amanda a navegar entre la impotencia y el absurdo para después sumergirse de lleno en el dolor de ella y de su familia.
A medida que avanza la historia, los episodios se vuelven más emocionales (la música acentúa innecesariamente), profundos y hasta filosóficos hacia el final. Con pequeños gestos concretos logran conmover y transmitirle al espectador el estado mental de Amanda, quien en algunos momentos no entiende cómo se pueden traspasar ambientes sin pedir permiso cuando sale de prisión o se estresa con la cantidad de opciones que hay en la heladera.
Hay otras producciones sobre este caso, como un reciente documental de Netflix. De hecho, la abundancia de material es una de las polémicas que rodearon este estreno, incluso por parte de la hermana de la víctima inglesa. Una nota de la BBC plantea: "la miniserie vuelve a destacar lo que sufrió Amanda Knox. Sin embargo, después de dos libros de memorias, un documental y varios podcasts (uno llamado Hard Knox) resulta difícil comprender qué se pretende lograr realmente".
Aunque parece que se siguiera alimentando el monstruo del morbo y el amarillismo, la serie permite intuir el motor de esta nueva producción que parece plantear un nuevo intento por enderezar el relato.