Estreno de la semana

¿Vamos o no a ver Guasón 2?

La película más importante del puñado que se estrenó este fin de semana es algo bastante extraño y merece que hablemos in extenso de ella. Lo que no implica el elogio, precisamente. Tampoco es que la odiemos: lo invitamos a leer y decidir.

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Nadie esperaba en 2019 que Guasón, la película de Todd Phillips basada en el célebre villano de Batman, arrasara en todo el mundo de la maner en que lo hizo. Hasta este año, fue el filme con restricción a menores (es decir, sólo podían verlo adultos) más exitoso de la historia y el único que había superado los 1000 millones de dólares globales en reacudación. El récord se lo sacó este año Deadpool & Wolverine, que es "para adultos" por la sangre, el lenguaje y algunas alusiones fugaces al sexo, pero en sí es una comedia bastante adolescente, incluso infantil (en el buen sentido), mientras que Guasón es una película de un realismo y una densidad trágica poco habitual en el cine de gran espectáculo. Nominada a múltiples Oscar, le dio el premio de Mejor Actor a Joaquin Phoenix por su desaforado retrato del personaje. Ahora sí, todos esperaban una secuela y aquí está: Guasón 2-Folie à deux, que seguramente llene cines estos días. Y usted, usuario, pregutará por qué la vemos. O si la vemos. O si mejor vamos a por una pizza. Vamos con algunas claves.

Primero: es una película rara pero no en el sentido en el que la trama no puede seguirse. No estamos ante una película de David Lynch, con lógica onírica o pesadillezca, ni con una obra experimental (aunque deberíamos definir qué implica "experimental"). No: hay un cuento, el del juicio de Arthur Flex/Guasón por los asesinatos de la primera película, y de su relación con una joven interna del asilo Arkham que identificaremos como Harley Quinn (aquí sólo se usa su nombre de civil, Harleen Quinzel). Lo raro viene porque mezcla, por momentos de manera virtuosa, cinco géneros: el policial negro, el melodrama romántico, el musical, el drama carcelario y la película de juicios. Sin excluir, de paso, dos momentos de cartoon clásico: el prólogo (un corto de dibujos en el que el Guasón pelea con su propia sombra) y la aparición del corto clásico y ganador del Oscar de Chuck Jones For Scent-imental reasons, donde Pepé Le Pew llega a fingir un suicidio para conquistar a una gatita.

Hay muchas otras referencias, especialmente al musical clásico o no tanto (un plano calcado de los títulos de Los paraguas de Cherburgo, más la aparición intermitente de escenas y el tema principal de Brindis de amor, de Vincente Minelli). Por las dudas (esto es Internet), le dejamos el "material de base" en los videos que acompañan esta nota. Así, de paso, va preparado. La idea es que Arthur sólo quiere ser una estrella, aunque alcanza la fama de manera tortuosa, por medio del crimen (que se ha convertido en una especie de espectáculo hoy día) y una revolución nihilista de la que él mismo escapa. 

Pero Harleen es otra cosa. Primero, es Lady Gaga, que no sólo es una grandísima cantante con un capacidad para cantar (puro pop de hoy o un standard de ayer, sola o con Tony Bennett o un no cantante como Phoenix) sino que además, como Frank Sinatra, es una perfecta intérprete y puede trasladar esa capacidad de "ser" otro en una canción a "ser" otro ante una cámara. Pero el personaje no espadece una locura producto de años de abuso. No tiene justificación, no es posible saber si miente o no; no es una proletaria ni una descastada. Es, simplemente, un agente de pura voluntad que disfruta la fantasía de ver el mundo arder.

La mecánica de esta relación es el contrapunto tanto del juicio (donde el fiscal acusador es un joven Harvey Dent muchos años antes de que Batman exista y él se convierta en Dos Caras) como de la vida carcelaria de Arthur y la ambigua relación con su carcelero (Brendan Gleeson). Todo esto funciona aceitadamente, incluso las canciones de todo tipo en cuadros musicales extraordinarios, emotivos, cuadros que ocurren en la imaginación de Arthur y que complementan la trama. Dicho de otro modo, la película es técnicamente perfecta, y esa técnica incluye el guión y la puesta en escena.

Ahora bien, la película entretiene y llega a uno de esos picos en los que el espectador está totalmente inmerso en el mundo que la película plantea. Pero las tensiones son tantas, la presión de la propia trama se hace tan intensa, que el epílogo se siente como algo provisional, un toque de tragedia irónica que desconcierta al espectador. Otra vez: no porque "no se entienda", ni por dificultades estéticas. Nada de eso, lo que sucede es simplemente que la historia se detiene. Es un golpe audaz que puede suponer tanto una secuela como otra cosa: el comentario mordaz sobre el cine de hoy, ése que despliega todos los elementos para generar franquicias antes que películas. Aunque -irónico pero real- Guasón ya es una franquicia que vive de otra franquicia -una de las más grandes, Batman- en un juego de cajas chinas comerciales.

La película vale la pena, tiene todos los elementos necesarios para poder pasarla bien en el cine y además es un homenaje a lo mejor de Hollywood. Pero uno se pregunta si podría hacerse un filme tan "raro" si no estuviera enmarcado en una de las mitologías populares más fuertes del último siglo. Porque sí, podría no tener personajes llamados "Guasón", "Harley Quinn" o "Harvey Dent" y sería muy parecida. Salvo que quizás nadie pondría un dólar en ella. 

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