SALUD

Cerebro y ejercicio aeróbico

La actividad ayuda a la fluidez del reposo y permite que decrezca el estrés

Ibrusco

El deporte aeróbico genera procesos cerebrales positivos mucho más importantes que lo que generalmente se piensa. Si bien usualmente se considera solo al cerebro en forma aislada, como si estuviera en una cubeta, es imposible separar la unidad funcional entre el cerebro y el resto del cuerpo, dado el impacto que se generan mutuamente.

Así, la actividad deportiva aeróbica mejora el metabolismo general y aumenta la protección del cerebro. En forma indirecta, a través del cuerpo (por medio de una mejora en el peso corporal), e directa, a través de modificaciones metabólicas.

Además, propicia una mejora en la calidad del sueño, protegiendo el sistema nervioso y asegurando su calidad con el consiguiente aumento del sueño lento, que es protectivo. Este sueño lento es el dormir joven que eficientiza la limpieza cerebral del novedoso sistema glinfático y mejora la secreción de neurotrofinas que aumentan las redes neuronales, además de rejuvenecer la actividad celular.

La estimulación tanto motora como de planificación que se produce al realizar ejercicio incrementa la sustancia blanca del cerebro y la neurogénesis de sinapsis, produciendo en los animales nuevas neuronas en el sector del hipocampo, zona afectada en la vejez.

Aumenta también el volumen frontal y del mencionado hipocampo (zona implicada especialmente en la enfermedad de Alzheimer). Es decir, se mejoran las redes al aumentar la corteza y sus conexiones (conectoma), especialmente de las zonas cognitivas y mnésicas, por donde se genera la memoria reciente consciente.

Nutrición, oxígeno y limpieza

El deporte aeróbico ha sido mencionado además en la regeneración de vasos sanguíneos, con una mejora en el riego sanguíneo, especialmente de los microvasos del encéfalo, aumentando la capacidad tanto nutritiva como de oxigenación y de limpieza del sistema nervioso central.

Existen varios sectores del cerebro que intervienen jerárquicamente en la actividad motora, desde la motivación para realizar una actividad hasta el pensamiento del acto motor que utiliza nuestra corteza cerebral. Esto último es independiente del acto, ya que solo pensando el movimiento (sin ejecutarlo) se activa parte de la corteza (motora suplementaria). Luego se va ajustando el proceso motriz en zonas que llegan hasta la médula espinal, perfeccionando de este modo el acto. Es importante también considerar el sistema sensorial en cada movimiento

Practicar un deporte aeróbico implica activar sistemas inconscientes motores que trabajan en la subcorteza cerebral y que son regulados por otros sectores corticales inconscientes (corteza premotora) y conscientes en un permanente ida y vuelta. Lo importante para aumentar el rendimiento es poner el foco en la tarea deportiva que se realiza y tener la menor interferencia posible. Es decir, lograr una convergencia atencional. Sobre esto se trabaja con la técnica de conciencia focalizada y con la conciencia plena (mindfulness). La concentración atencional se produce trabajando con un solo punto y en el ahora. Estos ejercicios resultan claves para mejorar la eficiencia motora y la práctica deportiva. Que la conciencia no esté presente en los momentos en los que el actor motor necesita velocidad y precisión permite que zonas motoras inconscientes actúen por talento, experiencia y práctica, y no por la razón.

El ejercicio ayuda, entonces, a la fluidez de reposo (pensar en nada) ya que facilita la desconexión prefrontal aumentando la actividad posterior del cerebro, en donde se activan las zonas visuales, espaciales, de planificación motora y de autopercepción, lugares necesarios para la realización de ejercicio.

De esta forma se fomenta un incremento de las zonas de reposo que se encuentran en default, disminuyendo el estrés y mejorando la capacidad creativa. Al decrecer el estrés disminuye el cortisol, y su hormonas reguladoras, que agreden el cerebro y, en especial, al hipocampo.

Existe un interesante trabajo realizado por el investigador Patrick Smith y publicado en Psychosomatic Medicine en el cual se realiza un metaanálisis de varios estudios con ejercicio aeróbico prolongado, observando mejoría tanto en las funciones ejecutivas cognitivas como en la atención y en el control de los impulsos. La ejercitación aeróbica es, entonces, central para mantener nuestro cerebro funcional y joven.

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